04/11/2025
La foto la tomé hace unos días en la milenaria Toledo, España.
Es el Alcázar, un recinto lleno de historia. Lo que vemos es el patio, con la estatua del rey Carlos V y todo…
Pero el rey en este caso me da igual, lo que me importa son los niños. Si se fijan bien, verán un grupito de chamaquitos preescolares, sentados muy atentos, escuchando a su maestra. Los vi un rato antes, en la sala de las armaduras; la maestra les enseñaba para qué se usaban y ellos hacían preguntas como: ¿Y por donde respiraban? ¿Y cómo hacían c**a? (Acá así le dicen al popó, los españoles son más directos).
Lamentablemente no escuché la respuesta, porque yo también quería saber.
El caso es que los pequeñitos hacían las mismas preguntas y se comportaban exactamente igual que los niños de México, mi patria.
He visto en Madrid una nenita que le arrojaba migas de su pan a los gorriones, cuando mamá se descuidaba.
Otro chiquitín en Granada, soplaba con fuerzas las hojas secas que, pertinaces, volvían a caer sobre la mesa, llevadas por el viento. Nunca se rindió.
Vi a un par de hermanitos con botas de hule, brincando felices en los charcos de un lluvioso día en Toledo; y en Córdoba, un niño de unos tres años dándole pan a los patos en el río Guadalquivir.
España es hermosa y los más hermoso de España son sus niños y su gente.
Es una verdad de perogrullo y estoy descubriendo el hilo negro, pero los niños son idénticos en todo el mundo y eso es maravilloso.
Estaré en México de regreso en pocos días, con las pilas cargadas y listo para seguir atendiendo a mis bodoques.
Saludos desde España.