09/11/2017
Cada pequeña parte de tu cuerpo esta interconectada con otras partes de este. Tenemos un sistema avanzado de conexiones ramificadas por todo el organismo que permiten el funcionamiento del Ki, la energía universal, o, si lo prefieres llamar así: la vida.
Por esto, cada vez que estiramos o activamos según que partes del cuerpo en función a la postura, estamos calibrando, moviendo y potenciando meridianos de tu cuerpo que se conectan con puntos específicos de ciertos órganos, mejorando la calidad del sistema nervioso, respiratorio, digestivo, linfático, endocrino, reproductor e inmunológico.
Por ejemplo en el caso de las mujeres, hay una serie de ejercicios que tonifican nuestro hígado, porque este a su vez, esta conectado con el aparato reproductor ( como os comenté en el post del síndrome pre mesntrual).
También hay posturas muy relajantes que activan toda la zona de caderas, sacro y pelvis, lugares en el que guardamos mucha tensión sexual. Movimientos continuos durante una secuencia que tonifican los meridianos de riñón y vejiga, activando la líbido y la energía en general. Aperturas de la caja torácica que mueven y alargan el esternón activando la Timo y moviendo emociones de pena retenidas en el pecho...Y así tantas cosas que se pueden hacer en ese espacio que te dedicas llamado yoga, que en definitiva, no es más que entrar en ti y encender la luz para ver con claridad por donde empezar a limpiar.
No tienes por qué ir a una escuela a que te enseñen a estar en ti, Sólo tienes que cerrar los ojos y durante 1 minuto observar la respiración sin dejar que ningún pensamiento sea lo bastante fuerte como para distraerte. Sólo un minuto al día. Si consigues de este minuto estar consciente sin distraerte 30 segundos, ya has hecho un gran cambio. Poco a poco, ve aumentando el tiempo que le dedicas en tu día al maravilloso acto de respirar, que en definitiva es el que te mantiene con vida.
Quizás algún día, después de esta simple práctica, quieras dedicarte más tiempo y seguir escarbando en tu ser. Entonces, busca una escuela de yoga de confianza, y cuando digo de confianza no lo digo por su fama y reputación, sino por la química que tengas con sus profesores y su técnica… prueba en varias escuelas y quédate con la que te haga sentir más feliz.
Al principio es importante tener un guía, que pueda corregir tus posturas para que no te hagas daño, para que puedas preguntarle tus dudas. Que marque un buen compás entre el cuerpo la voz y los movimientos. Así tu clase de yoga se convierte en un viaje guiado en el que tienes la libertad de profundizar en ti cuanto quieras.
No te preocupes demasiado por la ropa y los accesorios. Mientras vayas con ropa cómoda que te permita un movimiento fluido, lo demás es tan sólo producción. Quizás más adelante, cuando sientas que llevas una práctica constante, quieras conseguir una esterilla de yoga, que siempre resulta muy inspiradora cada vez que pasas frente a ella en casa y estas estresada o de mal humor, porque la ves y sientes el impulso de tu cuerpo pidiéndote un poco de atención. Pero hasta entonces, se simple.
Te invito a experimentar tu cuerpo, a calmar tu mente, a ampliar tu capacidad respiratoria y a magnificar todas la posibilidades que hay en ti, que ahora andan calladas.
Recuerda inhalar profundamente cuando tu mente este abarrotada de ideas que generan estrés en tu ritmo orgánico, exhalar lentamente y recordar que lo único que realmente es importante es estar presente, AHORA.