30/11/2025
Rafael: El Ángel que Sanó la Tierra por Causa de la Maldad
El médico de Dios, enviado cuando la creación está al borde de romperse.
Antes de que la humanidad conociera el sonido de las ciudades,
mucho antes de que los hombres levantaran altares a sus propios nombres,
la tierra comenzó a enfermar.
La maldad de los hombres subió como un humo oscuro,
atravesó los cielos inferiores
y llegó hasta el Trono donde habitan los que vigilan los destinos de las generaciones.
Los mares se agitaron.
Las montañas temblaron.
La sangre inocente que caía sobre el suelo clamaba como un coro invisible.
Y entonces, Aquel que es Santo pronunció un nombre:
“Rafael.”
El Llamado del Sanador Celestial
Rafael descendió desde las alturas como un rayo de luz que no quema,
portando una vasija sellada con el sello del Altísimo:
la medicina celestial para la tierra herida.
A él se le conoce como “Rafa-El”,
el Dios que sana,
el médico de los mundos,
el ángel que conoce los remedios para cada enfermedad física,
pero también para cada herida espiritual.
Cuando él desciende, la creación lo reconoce:
los vientos se detienen,
los animales se aquietan,
y las ciudades sienten un silencio que corta como un suspiro profundo.
La Herida de la Tierra
Rafael contempló lo que el pecado había hecho:
Los ríos estaban contaminados por la violencia.
Los árboles se inclinaban bajo el peso del llanto derramado.
La tierra misma temblaba, como una madre enferma.
Y los hombres caminaban ciegos, creyendo que nada de esto tenía voz.
La tierra no sangra con sangre,
sangra con dolor espiritual cuando la humanidad se aleja de su Creador.
La Sanación Sagrada
Rafael destapó la vasija.
De ella salió una luz suave, verde y dorada,
como si contuviera el aliento de la vida misma.
La derramó sobre:
las aguas contaminadas,
las ciudades en tinieblas,
los corazones endurecidos,
y los lugares donde la injusticia había echado raíces profundas.
Cada gota era una orden divina:
“Vuelve a vivir.”
La tierra respiró como si despertara de una pesadilla larga.
Las sombras retrocedieron.
Los vientos llevaron la fragancia del descanso.
Y las criaturas sintieron alivio sin saber por qué.
Pero Rafael sabía la verdad:
la tierra se sana…
solo cuando el cielo interviene.
La Advertencia del Ángel
Antes de regresar, el sanador celestial habló,
no con voz de trueno,
sino con un susurro que el alma y la tierra podían oír:
“La maldad enferma a la creación.
La justicia la cura.
La compasión la fortalece.
Y la verdad la purifica.”
“Mientras los hombres se alejen, yo volveré,
pero habrá un día en que mi medicina ya no será necesaria,
porque la tierra será restaurada por completo
cuando Aquel que viene rompa la Muerte y el Hades.”
Y así, Rafael ascendió nuevamente,
dejando detrás de sí
una tierra que todavía late
porque un ángel la tocó por causa de la maldad de los hombres.