El Alquimista Interior

El Alquimista Interior Tarot, hipnosis de regresión (BQH), Oraculo, Registros akashicos, lectura de cafe, runas

26/10/2025
26/10/2025
25/10/2025
💠 La herida de la separación: el origen de todas las heridas del almaHubo un instante —más allá del tiempo— en que el al...
25/10/2025

💠 La herida de la separación: el origen de todas las heridas del alma

Hubo un instante —más allá del tiempo— en que el alma, al descender a la materia,
olvidó que era una con el Todo.

En ese olvido nació el miedo,
y con el miedo, la ilusión de la distancia.

Así comenzó la danza de la dualidad:
luz y sombra, amor y temor, atracción y repulsión,
todas buscando volver a la armonía original.

De ese primer olvido brotaron las cinco heridas fundamentales de la experiencia humana:

🜂 Rechazo, el temor a no ser digno de existir.
🜃 Abandono, la ilusión de estar solo en el universo.
🜄 Humillación, la confusión entre valor y vergüenza.
🜁 Traición, la pérdida de confianza en lo divino y en uno mismo.
🜅 Injusticia, el intento de controlar lo que escapa a nuestra comprensión.

No son castigos.
Son los portales que el alma elige cruzar
para volver a recordar su integridad.



🜂 1. Cuando el amor y el miedo se distorsionan

Amor y miedo son las dos fuerzas que sostienen el universo.
El amor une.
El miedo separa.
Ambos son necesarios: el uno expande, el otro protege.
Pero cuando el miedo olvida su propósito, deja de cuidar y comienza a encadenar.

Entonces, el empático se pierde dándolo todo,
y el narcisista se ahoga intentando poseerlo todo.
El primero teme no ser suficiente; el segundo teme no tener control.
Ambos giran en torno al mismo vacío: la carencia de amor propio.

Y así, la vida les susurra una misma enseñanza desde lados opuestos del espejo:
el amor no se obtiene, se recuerda.



🜃 2. El espejo tiene mil rostros

• La madre que asfixia al hijo creyendo protegerlo.
• El hombre que se desangra intentando salvar a quien no se salva a sí misma.
• La mujer que se refugia en su independencia para no volver a depender.
• El terapeuta que intenta curar al mundo para no mirar su propia herida.

Todos reflejan el mismo arquetipo: el amor condicionado.
El ego lo disfraza de virtud, pero siempre pide algo a cambio.
Y todo lo que se busca desde la carencia, solo atrae más carencia.

El universo, paciente, no castiga: repite la lección
hasta que el alma deja de buscar fuera
lo que desde siempre ardía dentro.



🜄 3. Amor y miedo: los dos movimientos del cosmos

Robert Edward Grant dijo que el opuesto del amor es el juicio.
Y tenía razón: el juicio es miedo con máscara de certeza.
Pero el amor y el miedo no son enemigos:
son el pulso mismo del universo.

La creación respira entre ambos:
el fuego que atrae, el aire que separa,
el deseo de fundirse y el temor de disolverse.

La sabiduría no está en elegir un polo,
sino en reconocer que ambos son uno mismo danzando.



🜁 4. La ilusión más grande: la muerte

El ego teme desaparecer porque se sostiene en la forma.
Pero la conciencia no muere; solo muda de piel.
El cuerpo cesa, pero el ser continúa.

Las antiguas tradiciones lo sabían:
para los hindúes es samsara,
para los egipcios duat,
para los tibetanos bardo.
Solo una doctrina —la cristiana institucional— negó la continuidad del alma,
usando el miedo a la condena como herramienta de control.

Pero lo eterno no puede ser destruido.
Y si el alma es parte del Todo,
¿cómo podría desaparecer algo que nunca estuvo separado?



🜃 5. La primera ley: el antídoto de toda herida

Bashar lo expresó en una frase que encierra la alquimia de la existencia:

“Tú existes.
Siempre has existido y siempre existirás.”

La no existencia no existe.
Tu sola existencia es la prueba de que eres amado.
Porque si el Todo te incluyó en su sueño,
es porque sin ti no sería completo.

Esa comprensión disuelve la herida original.
Porque donde hay amor, no hay separación,
y donde hay conciencia, no hay muerte.



🜆 El retorno

El empático y el narcisista,
la madre cocodrilo, el mártir, el rebelde, el controlador…
todas son expresiones de un mismo lenguaje sagrado:
la conciencia explorándose a sí misma.

La alquimia no consiste en eliminar los polos,
sino en reconciliarlos dentro.
Y cuando eso ocurre, el alma recuerda su verdad más antigua:

“Yo soy, porque nosotros somos.”

Entonces la herida deja de doler y comienza a iluminar.
Porque nunca estuvimos rotos;
solo estábamos recordando el camino a casa.

— Adya-Shivael לִאוֹר

24/10/2025
💠 El espejo que el ego no quiere mirarHace poco escuché a una “profesional de la salud mental” decir lo siguiente:“Cuida...
24/10/2025

💠 El espejo que el ego no quiere mirar

Hace poco escuché a una “profesional de la salud mental” decir lo siguiente:

“Cuidado con esas frases revictimizadoras como ‘atraes lo que eres’ o ‘lo que te molesta del otro es tu reflejo’.
Porque no es así. A una persona narcisista le atrae lo contrario: el brillo, la empatía, la estabilidad.
Que te engañen o te mientan no significa que tú lo hagas. Cuidado.”

Escuchar eso me causó escalofríos.
No por enojo, sino por lo profundamente irresponsable que resulta un mensaje así viniendo de alguien que se presenta como profesional de la mente humana.

Este tipo de discurso no sana.
Este tipo de discurso habilita el estado de víctima.
Y el victimismo, aunque se vista de empatía y compasión, sigue siendo una forma de desconexión.



🜂 1. El espejo no culpa, el espejo revela

La ley del espejo no dice “tú tienes la culpa de lo que te pasa”.
Dice: “esto que ves afuera es una pista de algo dentro de ti que busca integración”.
No se trata de justificar el daño ni de absolver al agresor, sino de recuperar el poder personal.
Porque mientras creas que todo lo que te ocurre depende de lo que otros hacen, sigues siendo prisionero de tu herida.

Negar el espejo es cómodo,
pero también te roba la posibilidad de transformar tu historia.



🜃 2. La polaridad no es una línea, es un círculo

Robert Edward Grant lo explicó magistralmente:
las polaridades no se oponen, se reflejan.

El empático extremo y el narcisista están en el mismo espectro energético.
Ambos orbitan en torno al mismo vacío: la necesidad de validación.
Uno la busca dando demasiado; el otro, recibiéndolo todo.
Y ambos lo hacen desde el miedo a no ser suficientes.

Por eso sí atraes lo que eres,
aunque no en el sentido simplista que muchos interpretan.
Atraes la frecuencia que necesitas para verte con mayor claridad.
Lo que resuena contigo viene a mostrarte lo que aún no has abrazado en ti.



🜄 3. Las raíces de la psicología confirman el espejo

Lo más grave del discurso de esta mujer es que niega las bases de su propia disciplina.
Freud, Jung, Adler, Lacan… todos coincidieron en algo:
lo inconsciente se proyecta.
El otro es el escenario donde se revela lo que aún no conocemos de nosotros.

Incluso la neurociencia moderna lo confirma:
las neuronas espejo —las responsables de la empatía—
se activan cuando observamos a alguien experimentar algo que nosotros podríamos sentir.
Son literalmente el correlato biológico del espejo psicológico y espiritual.

Negar el espejo es negar la ciencia, la filosofía y la experiencia humana más elemental:
nos conocemos a través de los demás.



🜅 4. El ego no quiere ser el villano

El ego busca etiquetas luminosas: “yo soy el empático”, “yo soy el bueno”, “yo soy el que ama”.
Y se defiende de las oscuras: “yo no soy narcisista”, “yo no soy el malo”.

Pero esa es precisamente la trampa.
Porque en el fondo, ambas son la misma frecuencia, expresadas en polos opuestos.
Uno se siente culpable de amar demasiado; el otro, de no amar nada.
Y mientras ambos rechacen su polo opuesto, seguirán atrapados en la misma danza de espejos.

Como decía Robert Edward Grant:

“Incluso los villanos más grandes de la historia creían ser los héroes.”

Y ahí yace la ironía: cada ego lucha por ser el bueno de la película,
sin comprender que todos los papeles son interpretaciones del mismo Ser.



🜇 5. La integridad: recordar que somos ambos

En Fight to Survive, Epica canta:

“(I am, because we are)
In every heartbeat lies a story,
Shine just as we are, be just as we are,
One on this journey.
Our integrity is our great strength.”

(Yo soy, porque nosotros somos.
En cada latido del corazón hay una historia.
Brilla tal como eres, sé tal como eres,
Uno en este viaje.
Nuestra integridad es nuestra gran fortaleza.)

Integridad viene de integer: entero.
Y ser íntegro no es ser bueno,
es ser completo.

Es aceptar que dentro de nosotros habita el sabio y el necio,
el empático y el narcisista,
el héroe y el villano.
La integridad no elimina las sombras: las abraza.
Porque solo al reconocerlas dejamos de proyectarlas.

El ego, en su amnesia, busca hacia afuera quién es.
Se aferra a títulos, roles y máscaras.
Pero toda etiqueta crea su contrario:
el “yo soy bueno” necesita un “otro malo”.
Así el ego se divide y se mantiene en guerra consigo mismo.

La alquimia real ocurre cuando recordamos que no hay polos opuestos,
solo expresiones distintas de la misma energía.
Ahí comienza la paz interior:
cuando dejamos de necesitar tener razón y simplemente recordamos quiénes somos.



🜆 Epílogo — I am, because we are

Esa es la verdad más simple y más olvidada:
somos espejos unos de otros porque somos uno solo.
No existen víctimas ni villanos,
solo la conciencia reconociéndose en cada reflejo,
hasta recordar que todo lo que amamos y todo lo que tememos
siempre ha estado dentro de nosotros.

— Adya-Shivael לִאוֹר





✦ Postfacio alquímico — Para quien se sienta removido

Si este texto te incomoda, respira.
No te está atacando: te está mostrando algo que tu alma ya está lista para mirar.

Hablar de la ley del espejo no es justificar el mal ni absolver a quien daña.
Es comprender cómo la inconsciencia genera sus propias formas de destrucción,
y cómo solo la conciencia puede interrumpir ese ciclo.

Decir “atraes lo que eres” no significa que merezcas el dolor,
sino que tu alma busca recordar lo que olvidó a través de la experiencia.
A veces, el espejo duele porque refleja justo la herida que negamos.

El ego busca respuestas simples:
“¿Entonces justificas al asesino, a la guerra, al abusador?”
No.
Lo que se dice aquí es más profundo:
esas sombras son expresiones extremas de la misma desconexión
que habita, en distintos grados, en todos nosotros.
El propósito no es excusarlas,
sino entender su raíz para que no sigan reproduciéndose.

Cuando algo te remueve, no busques refutarlo.
Siéntelo.
Ahí comienza la alquimia

23/10/2025
🜂 El masculino antifrágil y el tribunal invisibleUno de los patrones más marcados del inconsciente colectivo masculino e...
23/10/2025

🜂 El masculino antifrágil y el tribunal invisible

Uno de los patrones más marcados del inconsciente colectivo masculino es el del tribunal invisible.
Ese conjunto de voces internas —reales o imaginarias— que susurran constantemente:
“demuestra que eres más fuerte, más hábil, más hombre.”

Desde niños, muchos hombres son condicionados a competir, a medir su valor en función de otros.
A ocultar su sensibilidad, a endurecerse para pertenecer.
Y ese patrón no desaparece: muta.
En la adultez se convierte en una especie de “panóptico invisible”, donde cada palabra, gesto o decisión parece ser juzgada por un público masculino imaginario.

Por eso tantos hombres viven actuando la masculinidad en vez de encarnarla.
Y por eso muchos conflictos en pareja se sienten más como un juicio que como un diálogo:
el hombre discute para ganar, no para conectar.

Ese es el eco del tribunal invisible.

Y lo más curioso es que este patrón no solo afecta a los hombres.
Muchas mujeres —sobre todo aquellas que confunden empoderamiento con competitividad—
también han absorbido esta energía.
Quieren demostrar que pueden más, que son más fuertes, que no necesitan a nadie.
Pero en realidad están repitiendo el mismo patrón energético del masculino herido,
solo con otro disfraz.

El masculino antifrágil no reacciona ante ese tribunal.
Lo observa y sonríe.
No necesita probar nada, porque su valor no depende de un jurado imaginario.
Su coherencia es su escudo. Su autenticidad, su autoridad.

Y esa autoridad no se impone: se irradia.
No hay necesidad de competir, porque la verdadera fuerza no se mide en victorias,
sino en la capacidad de permanecer en paz sin dejar de ser firme.

Un hombre antifrágil no busca aprobación.
Sabe que ser auténtico a veces lo hará parecer débil ante los ojos de otros hombres,
pero también sabe que esa aparente debilidad es en realidad libertad.

Cuando deja de rendirle culto a ese tribunal invisible,
empieza a relacionarse con las mujeres desde la integridad y no desde el deseo de validación.
Ya no necesita “ganarlas” ni “demostrarse” a través de ellas.
Las honra, las ve, y puede ser su amigo sin que haya tensión ni confusión.

Porque ya no necesita el reflejo del deseo femenino para sentirse hombre.
Y porque entiende que el respeto hacia el sagrado femenino
no se predica: se vive.

Y sí, también en los espacios donde la sombra de este patrón se disfraza de espiritualidad o de hermandad.
Incluso dentro de las logias, donde a veces el eco del “Club de Toby” aún resuena.
Un verdadero iniciado reconoce en el equilibrio de las columnas —B y J—
el principio universal de la unión entre lo masculino y lo femenino,
no la supremacía de uno sobre el otro.

El masculino antifrágil no necesita ganar. Solo necesita ser.
Y al ser, inspira a otros hombres a desengancharse también del tribunal.
Porque cuando un hombre se libera de la necesidad de demostrar,
se convierte en espejo de libertad para los demás.

🜂
Adya-Shivael לִאוֹר

23/10/2025
23/10/2025
🜂 El discernimiento y el arte de reírse de la MatrixMuchos confunden discernir con juzgar.Pero el discernimiento verdade...
22/10/2025

🜂 El discernimiento y el arte de reírse de la Matrix

Muchos confunden discernir con juzgar.
Pero el discernimiento verdadero no busca decidir quién tiene la razón,
sino entender por qué cada quien la tiene desde su punto de vista.

Es como esa imagen clásica: dos personas observan una figura en el suelo.
Una dice “es un 6”, la otra dice “es un 9”.
Y ambas tienen razón… dependiendo de dónde estén paradas.

Discernir no es elegir entre el 6 o el 9.
Es darte cuenta de que ambos son posibles, y luego —desde tu soberanía—
decidir desde qué vibración prefieres mirar el símbolo.
Eso es lo que Bashar llama “asignar significado conscientemente”.

Por eso la realidad es neutra.
Los símbolos no tienen poder por sí mismos; nosotros se lo damos.
El cubo, Saturno, el 666, el cuerpo, la materia, el ego, el amor, la luz…
Todo puede ser prisión o portal, según la octava desde donde lo interpretes.

Hay quienes leen esos mismos símbolos y sienten miedo:
que la Matrix los atrapa, que Saturno los devora,
que el 666 es la marca de la bestia.
Y claro, si eliges mirar desde el miedo, verás prisión.
Pero si eliges mirar desde la conciencia, verás estructura:
el andamio que sostiene la experiencia humana.

El mismo símbolo… dos vibraciones distintas.

Y ahí entra el discernimiento.
Porque una cosa es usar el símbolo para despertar,
y otra muy distinta usarlo para alimentar el victimismo con aroma a incienso.
Lo ves seguido: personas que dicen “la élite nos controla”,
“estamos atrapados en la Matrix”, “todo es una manipulación”.
Eso no es despertar: eso es miedo disfrazado de hippie,
oliendo a patchouli y cantando kumbaya en Tulum,
pagando ceremonias de cacao a cinco mil pesos la taza.

Y por cierto:
el cacao sí fue sagrado para los pueblos originarios,
pero jamás existió una “ceremonia del cacao”.
Esa es una invención reciente del turismo espiritual moderno,
no una tradición maya ni mexica.
El cacao era ofrenda, no performance.
Lo sagrado no estaba en el show, sino en el corazón que lo compartía.

El verdadero discernimiento es reírte con amor de todo eso.
Porque reírte no es burlarte,
es reconocer que ya no necesitas que la sombra tenga la última palabra.
El humor es el eco de la integración.
Solo quien ha atravesado su oscuridad puede reírse del juego sin perder respeto por él.

Así que sí:
ríe, comprende, y sigue discerniendo.
Porque cuando ves el 6 y el 9 al mismo tiempo,
ya no estás atrapado en ninguno de los dos.

🜂
Adya-Shivael לִאוֹר

Dirección

Calzada De Los Alamos 35
Zapopan
45010

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