Psic. Claudia Barba Loza

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Separarte no solo movió tu vida… movió tu mundo interno.Nada se sintió igual después: ni la rutina, ni los silencios, ni...
08/12/2025

Separarte no solo movió tu vida… movió tu mundo interno.
Nada se sintió igual después: ni la rutina, ni los silencios, ni la forma en que sostienes a tus hijos, ni la manera en que te sostienes a ti.
Y aunque el exterior parecía seguir su ritmo, por dentro estabas reconstruyéndote pedacito a pedacito.

Este camino te llevó por lugares que nadie te explicó:
negociaciones desgastantes, carga mental infinita, silencios que pesan, límites necesarios, hijos que sienten más de lo que dicen, momentos en los que tu paz se tambalea.
Y aun así… aquí estás.

Aprendiste que la parentalidad continúa, incluso cuando la relación terminó.
Que la coparentalidad es ideal, pero no siempre real.
Que hay conflictos que no desaparecen, pero sí puedes nombrarlos sin perderte en ellos.
Que tus hijos necesitan presencia, no perfección.
Que acompañarte a ti es tan importante como acompañarlos a ellos.

Descubriste que hay violencias que no gritan, pero sí duelen.
Y que poner límites no es pelear: es cuidarte.
Que recuperar tu paz es un acto de resistencia.
Y que volver a ti es una decisión cotidiana.

Y aunque a veces te sientes cansada, rota o saturada, también estás más consciente, más fuerte, más despierta que antes.
No estás rehaciendo tu vida desde cero…
la estás reconstruyendo desde lo que aprendiste, desde lo que sanaste, desde lo que ahora eliges.

Este es el cierre de esta serie, pero no de tu proceso.
Porque tu historia sigue, más tuya que nunca.
Con más claridad, más amor propio y más verdad.

Lo que queda cuando todo cambia…
eres tú.
Más honesta.
Más libre.
Más viva.



Hay un momento, después de la separación, en el que te das cuenta de algo profundo:no solo se terminó una relación…tambi...
04/12/2025

Hay un momento, después de la separación, en el que te das cuenta de algo profundo:
no solo se terminó una relación…
también terminó la versión de ti que vivía apagada, corriendo, sobreviviendo, sosteniendo todo sin espacio para sentirte.

Y empieza otra etapa:
la de volver a ti.

Volver a la mujer que fuiste antes de tanto cansancio.
A la que tenía sueños propios.
A la que reía más.
A la que no se cuestionaba tanto.
A la que se escuchaba.

Pero también volver a la mujer que eres ahora:
más consciente, más fuerte, más clara, más tuya.

Volver a ti no es un acto romántico.
A veces es incómodo, porque implica reconocer dónde te perdiste y por qué.

Volver a ti no es inmediato.
Se da en pedacitos: en una caminata, en una canción, en un límite bien puesto, en un día sin culpa, en un deseo recién nombrado.

Volver a ti no es egoísmo.
Es reparación.
Es darte lo que tu versión anterior nunca pudo recibir.

Y un día, sin darte cuenta, te miras al espejo y te reconoces otra vez.
No igual que antes.
Mejor.
Más verdadera.
Más libre.
Más tú.

Siempre puedes regresar a ti.
Siempre.




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Después de la separación, a veces el conflicto sigue llegando en forma de mensajes, silencios, provocaciones o comentari...
01/12/2025

Después de la separación, a veces el conflicto sigue llegando en forma de mensajes, silencios, provocaciones o comentarios que duelen.

Y algo dentro de ti se activa… no porque seas débil, sino porque estuviste demasiado tiempo en modo defensa.

Pero hoy estás en otro lugar. Y tu paz es una puerta para volver a ti.

Procura:

1. No responder desde la urgencia.
Respirar antes de contestar es una forma de no volver a esa dinámica que tanto te desgastó.

2. Mantener lo mínimo y claro.
Lo necesario, sin justificarte.
Eso protege tu energía… y tu dignidad.

3. Elegir no engancharte.
La provocación busca jalarte a un espacio donde ya no vives.
Tú ya creciste.
Tú ya cambiaste.

4. Escuchar a tu cuerpo.
Si algo te tensa, te acelera o te encoge, es señal de que necesitas volver a ti antes de seguir.

5. Reconstruirte poquito a poquito.
Cuando dejas de reaccionar desde el dolor, aparece tu voz, tu fuerza, tu suavidad, tus ritmos… todo eso que fuiste apagando para sobrevivir.

6. Recordar quién eres hoy.
No la que soportó.
No la que cargó sola.
No la que tuvo miedo.
Eres la mujer que elige la calma, que pone límites, que se vuelve a habitar y que está reconstruyendo su vida con más claridad y amor propio.

Recuperar tu paz es parte de volver a ti.
Y lo estás logrando, incluso en días en que no lo notas.




MaternidadesValientes
Reconstruirte

A veces creemos que lo importante es mantenernos firmes para que nuestras hijas e hijos no se asusten, no se preocupen o...
23/11/2025

A veces creemos que lo importante es mantenernos firmes para que nuestras hijas e hijos no se asusten, no se preocupen o no carguen con lo que no les toca.
Y sí, protegemos… pero ¿quién te protege a ti cuando termina el conflicto?

La verdad es que tú también necesitas un espacio para caer tantito, respirar, sentir y recomponerte.
Porque sostener desde el amor cansa.
Y sostener mientras recibes desgaste del otro lado, cansa el doble.

Aquí van algunas formas simples de acompañarte tú:

1. Permiso para sentir
No tienes que estar “bien” todo el tiempo.
Estar cansada, molesta, triste o abrumada no te hace mala madre. Te hace humana.

2. Una pausa antes de seguir
Cinco minutos para respirar, tomar agua, llorar poquito o estirarte pueden cambiar todo tu estado.

3. Habla con alguien que sí te sostenga
Una amiga, tu terapeuta, tu red.
No te cargues sola lo que duele.

4. Suelta lo que no puedes controlar
No puedes cambiar al otro adulto.
Pero sí puedes cuidar tu paz y tu forma de responder.

5. Recuerda lo esencial
Tu presencia amorosa es más importante que tu perfección.
Ellos no necesitan una mamá impecable… necesitan una mamá real, que se acompaña a sí misma mientras los acompaña a ellos.

Acompañarte a ti también es crianza.
También es amor.
También es sanar.



MaternidadesValientes

Lo más duro después de una separación no siempre es el conflicto entre adultos…es ver cómo tus hijas e hijos lo sienten,...
21/11/2025

Lo más duro después de una separación no siempre es el conflicto entre adultos…
es ver cómo tus hijas e hijos lo sienten, aunque no se les diga nada.

Ellos perciben todo: el tono, la tensión, el silencio, la prisa, tu cansancio.
No entienden los detalles, pero sí el ambiente.
Y eso puede confundirles, asustarles o ponerlos más sensibles.

No es tu culpa.
Estás haciendo lo mejor que puedes.

Lo que sí puedes hacer es acompañarlos así:

Validar sin cargarles
“Entiendo que te sientas así, es normal.”

Explicar a su nivel
“A veces los adultos no nos ponemos de acuerdo, pero tú no tienes que resolver eso.”

Sostener rutinas y seguridad
Lo predecible calma. Tu presencia calma más.

Recordarles lo esencial
“No es tu culpa.”

Aunque haya conflicto afuera, tu forma de cuidar, escuchar y contener crea un espacio seguro para ellos.
Eso sí hace una gran diferencia.






NiñezYEmociones

Cuando hay desacuerdos, manipulación, evasión o ataques del otro lado, no solo se complica la logística… también se last...
20/11/2025

Cuando hay desacuerdos, manipulación, evasión o ataques del otro lado, no solo se complica la logística… también se lastima tu mundo emocional.

A veces te quedas con el pecho apretado.
O con la mente dando vueltas.
O con esa sensación de “otra vez lo mismo”.
Y aun así, tienes que seguir: hacer comida, apoyar tareas, ir a trabajar, escuchar, acompañar.

Pero recuperarte después del desgaste no es un lujo.
Es una necesidad.

Aquí te dejo algunas formas de volver a ti cuando la interacción te dejó vacía:

1. Pon pausa antes de seguir con tu día.
Respira profundo.
No tienes que resolverlo todo en ese instante.
Darte cinco minutos es una forma de regresar a tu centro.

2. Nómbralo.
“Esto me movió.”
“Esto me dolió.”
“Esto me cansó.”
Ponerle palabras baja la intensidad y te recuerda que no eres una máquina.

3. Toca tierra en tu cuerpo.
Un vaso con agua, lavar tus manos, estirarte, salir al aire.
El cuerpo sabe cómo regresar al presente cuando la mente se quedó atrapada en el conflicto.

4. Elige a quién sí acudir.
Un mensaje a tu red, una amiga, tu terapeuta, alguien que sostenga sin juzgar.
No lo cargues sola.

5. Recuerda lo esencial.
El objetivo no es ganar discusiones.
Es cuidar tu paz, tu salud mental y a tus peques.

6. Haz algo que te devuelva a ti.
Una canción, una caminata, un té, un silencio, una risa, un abrazo con tus hijos.
Pequeños actos que te recuerdan quién eres más allá del conflicto.

No tienes que ser perfecta, fuerte ni zen.
Solo necesitas volver a ti cada vez que algo te saque de tu lugar.
Eso también es sanarte.
Eso también es amor propio.

Después de la separación, muchas mujeres descubren algo que nadie les explicó:la carga no disminuye… a veces se multipli...
18/11/2025

Después de la separación, muchas mujeres descubren algo que nadie les explicó:
la carga no disminuye… a veces se multiplica.

Porque además de cuidar, trabajar, organizar la vida diaria y acompañar emociones, ahora también gestionas acuerdos, horarios, trámites, pagos, comunicación mínima, silencios incómodos y límites que cansas de repetir.

Esa carga mental —la que nadie agradece ni nombra— es la que te mantiene pensando en todo:
en la escuela, los uniformes, la comida, las terapias, los pendientes, los cambios de humor, las mochilas, los permisos, los cumpleaños, las cuentas, la vida emocional de tus hijas e hijo.
Y todo eso, mientras sigues sanando lo tuyo.

Es un cansancio profundo.
De ese que no se quita durmiendo.
De ese que no se nota en fotos, pero se siente en los hombros, en el pecho, en la respiración.

No es que seas “dramática”.
No es que “te toque”.
Es que cargas con lo que otros no ven.

Y aun así, sigues.
Sigues cuidando, sosteniendo, creando calma, dando amor, reconstruyendo tu vida y la de tus peques.
Eso no te hace fuerte por obligación.
Te hace humana, presente y valiente.

Lo estás haciendo increíble, incluso en los días en que piensas que solo sobrevives.

Cuando una relación termina, pensamos que la parte más difícil ya quedó atrás.Pero para muchas mujeres, la realidad empi...
14/11/2025

Cuando una relación termina, pensamos que la parte más difícil ya quedó atrás.
Pero para muchas mujeres, la realidad empieza después:
cuando tienen que convivir, negociar o comunicarse con alguien que quizá nunca supo hacerlo de manera sana.

Los conflictos ya no son por la relación… ahora son por la vida diaria:
quién recoge, quién paga, quién avisa, quién decide, quién sostiene.
Y duele descubrir que, a veces, la separación no reduce la tensión, solo la traslada a otros temas.

También aparece algo que pocas personas hablan:
ese cansancio emocional de tener que explicar lo evidente, pedir lo básico, recordar acuerdos, hacer lo que al otro le tocaba… mientras tú sigues cuidando, trabajando, sanando y sosteniendo a tus hijas e hijos.

Y claro que pesa.
Pesa la desigualdad, pesa la falta de compromiso, pesa sentir que cada conversación es una batalla, pesa cargar con todo sin reconocimiento.

No es que seas conflictiva.
No es que “no sueltes”.
Es que estás enfrentando lo que la otra persona nunca quiso ver.

Si estás viviendo esto, respira: no estás sola.
Hay muchas, muchísimas, reconstruyendo su paz aun cuando el conflicto sigue tocando la puerta.
Y tu manera de poner límites, de proteger, de acompañar y de cuidarte… es profundamente valiosa.

Después de una separación, muchas veces escuchamos la palabra coparentalidad como si fuera lo que todas deberíamos logra...
12/11/2025

Después de una separación, muchas veces escuchamos la palabra coparentalidad como si fuera lo que todas deberíamos lograr.

Pero la verdad es que no siempre se puede.

Y no pasa nada si ese no es tu caso.

Coparentalidad significa que ambos adultos, aunque ya no sean pareja, logran coordinarse y comunicarse para cuidar, educar y acompañar a sus hijas e hijos con respeto mutuo.
Hay acuerdos, límites claros, diálogo y cierta colaboración.

Eso es ideal… pero no siempre real.

En cambio, parentalidad es simplemente seguir cumpliendo el rol de madre o padre después de la separación.

Y muchas veces, las madres sostienen solas la carga emocional, mental y práctica de esa crianza, incluso cuando el otro sigue presente solo en lo legal o en lo simbólico.

Nombrarlo así no es queja, es reconocer la realidad.
Porque solo desde ahí se puede acompañar de manera más justa, más humana y más consciente.

Si estás criando en soledad o con apoyo limitado, no estás haciendo menos.

Estás haciendo más de lo que muchas personas imaginan.
Y mereces reconocimiento, descanso y red.

A veces creemos que separarnos es el final del problema.Que con la distancia física va a llegar la calma.Pero después de...
10/11/2025

A veces creemos que separarnos es el final del problema.
Que con la distancia física va a llegar la calma.
Pero después descubres que la separación no siempre termina el conflicto… a veces apenas lo redefine.

Ya no discuten por la misma casa, pero ahora es por horarios, gastos, respuestas que no llegan, acuerdos que nunca se cumplen, comentarios que duelen…
y ese cansancio profundo de tener que sostenerlo todo.

Nadie nos habla de la carga invisible que implica separarte cuando el otro no coopera, cuando la paz no llega automáticamente, cuando toca aprender a poner límites con alguien que quizá nunca aprendió a respetarlos.

Pero aquí estás.
Sosteniendo, reorganizándote, sanando mientras crías, reconstruyéndote mientras pones orden, respirando profundo para no replicar lo que viviste.

Si estás en este punto: no estás fallando.
Estás en proceso.
Y los procesos toman tiempo, espacio y mucha valentía.

Aún con todo, estás haciendo un trabajo enorme.
Y aunque a veces no lo veas… se nota.

Separarse no es dejar de ser familiaCuando pensamos en separación o divorcio, casi siempre imaginamos un final:el final ...
04/11/2025

Separarse no es dejar de ser familia

Cuando pensamos en separación o divorcio, casi siempre imaginamos un final:
el final del vínculo, de la convivencia, del proyecto en común.

Pero en la vida real, para quienes tienen hijas e hijos, la separación no es el final de la historia.
Es el inicio de una nueva forma de familia.
Una familia reconfigurada, que necesita tiempo para encontrar su lugar.

La separación termina una pareja, sí.
Pero no termina la parentalidad.
Sigue habiendo decisiones que tomar, acuerdos por construir, espacios que compartir, experiencias que acompañar.
Y eso trae emociones complejas: alivio y tristeza, calma y cansancio, libertad y miedo, esperanza y duelo.

A veces la transición es respetuosa.
A veces no.
Y muchas madres —muchísimas— continúan sosteniendo la vida cotidiana mientras intentan sanar lo que dolió y proteger lo que más aman: a sus hijas e hijos… y a sí mismas.

Este espacio será para hablar de eso:
de lo que se vive cuando la separación ya pasó, pero el proceso emocional y la parentalidad continúan.
De lo que nadie te explicó.
De lo que has tenido que aprender a fuerza de caminarlo.

No estás sola en esto.
Estamos muchas aprendiendo a reconstruirnos mientras cuidamos.

Muchas veces ponemos la mirada solo en los grandes logros: terminar un proyecto, alcanzar una meta, superar una etapa di...
18/10/2025

Muchas veces ponemos la mirada solo en los grandes logros: terminar un proyecto, alcanzar una meta, superar una etapa difícil. Y sí, todo eso es importante, pero la verdad es que nuestra vida está hecha de pasos pequeños que sostienen el camino.

Levantarte en un día pesado, preparar tu desayuno, hacer una llamada que postergabas, regalarte un momento de descanso, respirar profundo en medio del caos… todo eso también es avanzar. Y aunque parezca mínimo, en realidad es enorme porque significa que sigues eligiéndote, aún en lo cotidiano.

Celebrar un logro mínimo no es conformarse, es reconocer que tu esfuerzo importa. Que cada movimiento, cada elección de autocuidado, cada pausa consciente, está construyendo el camino hacia la vida que quieres.

Así que hoy, detente un instante y felicítate. Mírate con ternura y agradece esos pasos que quizá nadie más ve, pero que son la prueba de tu fortaleza. Porque volver a ti también es aprender a honrar cada gesto, por pequeño que parezca.

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