10/11/2025
Deja de denigrar el trabajo de entrenador personal
Hay una frase que escucho seguido: “Cualquiera puede ser entrenador”.
Y cada vez que la oigo, pienso en lo poco que se valora lo que realmente significa acompañar a alguien en su proceso físico y emocional.
Un buen entrenador no solo te pone una rutina. Lee tu cuerpo, adapta el entrenamiento a tu nivel, previene lesiones, detecta limitaciones, y a la vez te ayuda a encontrar motivación en los días en que no la tienes. No vende milagros, te enseña paciencia. No te da atajos, te enseña a construir hábitos.
El problema es que la industria trivializó el rol. Redes sociales llenas de “gurús” improvisados que enseñan su propio método como verdad absoluta, nutriólogos sin título, psicólogos de pasillo… y en medio de todo eso, el verdadero trabajo del entrenador parece menospreciado.
Pero si alguna vez entrenaste con alguien profesional de verdad, lo sabes: un buen entrenador puede marcar la diferencia entre odiar el gimnasio y hacerlo parte de tu vida. Entre lesionarte y progresar. Entre rendirte y encontrar constancia.
No confundas disciplina con improvisación.
No confundas estética con conocimiento.
Y, sobre todo, no confundas el ruido de internet con la experiencia real.
El trabajo de un entrenador no es espectáculo, es acompañamiento.
Y cuando se hace bien, cambia más que tu imágen: cambian tus hábitos y tu forma de relacionarte con tu cuerpo.
