08/12/2025
Cuando un niño llega con un temperamento intenso, muchos lo llaman “malcriado”, pero en realidad es un alma que siente y vibra más fuerte. Esa intensidad no es un defecto, sino una energía pura que aún busca dirección.
Como padres, no estamos aquí para apagar su fuego, sino para ayudarle a comprender su propia fuerza. Acompáñalo con paciencia, límites amorosos y ejemplo; muéstrale cómo canalizar su energía para que se convierta en sabiduría.
Un carácter fuerte, bien guiado, se transforma en una virtud: resiliencia, claridad y poder personal.
No temas su intensidad; honrala. Y recuerda: cada niño trae su propia luz, y nuestro papel es ayudarla a brillar de manera armoniosa y consciente.