18/11/2025
Una madre soltera trabajaba como secretaria ejecutiva en un banco prestigioso. Su salario apenas alcanzaba para mantener a su hijo pequeño y cada día se enfrentaba a un enemigo que le robaba horas de vida, y era el tener que corregir los errores cometidos en una máquina de escribir. Su nombre es Bette Nesmith Graham.
En esa época, un error realizando un escrito en una máquina de escribir, significaba volver a iniciar toda la página. Con las copias de carbono, un simple fallo podría destruir horas de trabajo. Bette un día observaba a los artistas del banco, y le llamó la atención algo que hacían, y es que cuando se equivocaban pintando un cartel, no empezaban de nuevo, simplemente cubrían el error con pintura. Y pensó, ¿por qué no hacer lo mismo con las palabras?
Así que aferrada a esa idea, en su cocina, sin dinero ni formación en química, comenzó a experimentar un material que pudiera cubrir los errores que cometía en la máquina de escribir. Usó una licuadora y pintura témpera, mezclando fórmulas noche tras noche. Demasiado espeso, demasiado líquido, color equivocado, hasta que encontró la mezcla perfecta, un líquido blanco, de secado rápido, que cubría los errores sin dejar rastro. Lo llamó Mistake Out.
Al principio lo llevaba en pequeñas botellas al trabajo y sus compañeras secretarias lo probaron y quedaron fascinadas. Pronto, Bette fabricaba lotes en su garaje, llenando botellas con la ayuda de su hijo Michael (sí, el mismo que años después sería parte de The Monkees). La demanda crecía.
Pero en 1956 cometió un error en una carta firmando “Mistake Out Company” en lugar de su nombre y por ende su jefe la despidió. Le dijo que perdía demasiado tiempo en su “invención tonta”. Como madre soltera, perder el salario fijo era aterrador. Pero ahora no tenía otra opción que apostar todo por su invento.
Así nació la Liquid Paper Corporation. Al principio, IBM y General Electric la rechazaron. Los bancos no le prestaban dinero. Era mujer, madre soltera y secretaria. Nadie la tomaba en serio. Pero Bette siguió adelante. Vendió directamente a quienes realmente necesitaban su producto y esas eran las secretarias. Contrató mujeres, refinó la fórmula y mejoró el empaque.
En 1968 ya vendía un millón de botellas al año. En 1975, eran 25 millones. Liquid Paper estaba en cada oficina, escuela y hogar. Y Bette hizo algo revolucionario en su compañía al ofrecer guarderías en el lugar, horarios flexibles, participación en ganancias y programas educativos para sus empleados. Creó el lugar de trabajo que ella misma había necesitado.
En 1979, la Gillette Corporation compró Liquid Paper por 47,5 millones de dólares más regalías. La mujer despedida por perder el tiempo en un “invento tonto” acababa de vender ese invento por millones, convirtiéndose en una de las empresarias hechas a sí mismas más ricas de Estados Unidos.
Bette Nesmith Graham murió en 1980, apenas seis meses después de la venta. Pero dejó más que una fortuna, fundaciones para apoyar a mujeres en los negocios y las artes, y un ejemplo que sigue vivo.
Su producto se volvió obsoleto con la llegada de las computadoras. Pero su legado no. Ella demostró que no necesitas permiso para innovar, ni credenciales para resolver problemas, ni inversores para creer en ti. Solo necesitas un problema que valga la pena resolver y la terquedad de seguir adelante cuando todos te dicen que pares.
De secretaria a CEO. De una licuadora en la cocina a un imperio.
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Fuentes: Texas State Historical Association, Smithsonian Institution, New York Times (obituario), Harvard Business Review. Este contenido es informativo y educativo.