23/09/2025
♦️Este 22 de septiembre de 2025, el equinoccio de otoño marca un momento de perfecto equilibrio: el día y la noche se igualaron en duración.
Pero este evento astronómico no llegó solo, ya que coincidió con el Rosh Hashaná, el Año Nuevo hebreo.
♦️La Convergencia de Tradiciones♦️
En un solo instante, el cosmos unió dos celebraciones de profunda importancia:
El equinoccio, conocido en antiguas tradiciones como la Puerta del Equilibrio, simboliza la armonía entre la luz y la sombra.
Rosh Hashaná, que se celebra del 22 al 24 de septiembre, conmemora el cumpleaños del mundo y es un tiempo de purificación, reflexión y renovación de los pactos espirituales.
♦️Un Tiempo de Reflexión y Renovación♦️
Diversas culturas y caminos espirituales han interpretado este ciclo de manera única:
En la Cábala y el judaísmo, Rosh Hashaná es el momento en que se abre el Libro de la Vida.
Se considera un período de juicio y purificación que conduce al Yom Kipur, un día para la expiación.
En Thelema, el equinoccio es un punto de cambio para las fuerzas mágicas y un momento para reafirmar la conexión con la "Gran Obra" de uno mismo.
En el paganismo y la Wicca, se celebra Mabon, la segunda cosecha, honrando los frutos de la tierra y preparándose para el invierno.
En la cultura prehispánica de México, el equinoccio era un evento sagrado, visible en la alineación de la pirámide de Chichén Itzá, donde la serpiente de luz, Kukulkán, desciende por sus escaleras.
En el cristianismo esotérico, se honra a San Miguel Arcángel, guardián de las puertas celestiales.
En el budismo y el sintoísmo japoneses, el Higan-e marca un puente entre los vivos y los ancestros.
♦️El Mensaje Universal♦️
Tanto el equinoccio como el Rosh Hashaná comparten un mensaje central: la necesidad de equilibrio y renacimiento. Ambos nos invitan a evaluar lo que hemos sembrado y a sembrar nuevas intenciones para el futuro.
Son portales iniciáticos, momentos para alinear nuestra voluntad con el ritmo del universo.
Hoy, múltiples tradiciones convergen en un mismo latido cósmico, recordándonos que lo humano está profundamente conectado con los ciclos del cielo.
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