12/11/2025
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CONOCIENDO LA TERAPIA DE ESQUEMAS - ITEP
La terapia de esquemas representa uno de los avances más importantes en la psicoterapia moderna: un enfoque terapéutico que aborda las raíces más profundas del sufrimiento psicológico.
A diferencia de las terapias tradicionales, que se enfocan principalmente en los síntomas, la terapia de esquemas se centra en los patrones fundamentales de pensamiento, sentimiento y comportamiento que dan forma a toda nuestra experiencia de vida. Estos patrones, llamados esquemas, se forman durante nuestros primeros años y continúan influyendo en nosotros durante toda la edad adulta, a menudo de formas que no comprendemos del todo.
La belleza de la terapia de esquemas radica en su reconocimiento de que un cambio duradero requiere algo más que una simple comprensión cognitiva o una modificación del comportamiento. Requiere una sanación a nivel emocional, tocando las partes heridas de nosotros mismos que se desarrollaron durante la infancia y que siguen clamando atención, validación y cuidado. Este enfoque reconoce que nuestras primeras experiencias no solo nos influyen, sino que se convierten en parte del tejido mismo de lo que somos.
TERAPIA DE ESQUEMAS: CONCEPTOS Y PRINCIPIOS BÁSICOS
La terapia de esquemas surgió de la brillante mente de Jeffrey Young, quien reconoció que la terapia cognitivo-conductual tradicional, aunque eficaz para muchas afecciones, se quedaba corta a la hora de tratar a personas con patrones de disfunción profundamente arraigados. Al trabajar con clientes que parecían resistentes a los enfoques convencionales, Young descubrió que sus dificultades provenían de fuentes mucho más profundas, de las creencias fundamentales y los patrones emocionales establecidos durante sus años de formación.
La base de la terapia de esquemas se apoya en cuatro conceptos fundamentales que se combinan para crear una comprensión completa del funcionamiento psicológico humano.
Los esquemas desadaptativos tempranos representan la primera piedra angular: se trata de temas o patrones amplios y omnipresentes que comprenden recuerdos, emociones, cogniciones y sensaciones corporales referentes a uno mismo y a las relaciones con los demás. Estos esquemas se desarrollan durante la infancia o la adolescencia y se elaboran a lo largo de la vida, creando a menudo patrones autodestructivos que persisten a pesar de su evidente daño.
Consideremos el caso de María, una ejecutiva de marketing de 35 años que acudió a terapia quejándose de dificultades crónicas en sus relaciones. A pesar de su éxito profesional, María se sentía atraída repetitivamente por parejas emocionalmente inaccesibles que acababan abandonándola. A través de la evaluación de la terapia de esquemas, identificamos su esquema central de Abandono: una profunda creencia de que las personas que le importan la abandonarán inevitablemente. Este esquema se desarrolló durante su infancia, cuando su padre abandonó a la familia sin previo aviso cuando ella tenía ocho años y su madre se distanció emocionalmente, luchando contra la depresión.
El esquema de Abandono de María no solo influía en su elección de parejas, sino que moldeaba toda su forma de enfocar las relaciones. Al principio de las relaciones se volvía muy dependiente, buscando desesperadamente reafirmación, lo que, irónicamente, alejaba a sus parejas y confirmaba sus peores temores. Este patrón se había repetido innumerables veces, y cada relación fallida reforzaba su creencia de que era fundamentalmente incapaz de ser amada y estaba destinada a estar sola.
El segundo concepto fundamental se refiere a los estilos de afrontamiento, es decir, las formas características en que las personas responden a sus esquemas. Young identificó tres estilos de afrontamiento principales: rendición, evitación y sobrecompensación. En el caso de María, alternaba entre la rendición (aceptar que sería abandonada y volverse pasiva en las relaciones) y la sobrecompensación (volverse controladora y exigente para evitar el abandono). Ninguno de los dos enfoques le servía, pero eran las únicas estrategias que conocía.
Los modos de esquemas representan el tercer concepto fundamental: son los estados emocionales y las respuestas de afrontamiento que están activos en un momento dado. A diferencia de los esquemas, que son rasgos relativamente estables, los modos son estados temporales que pueden cambiar a lo largo del día. María alternaba entre su modo de Niña Vulnerable (sentirse pequeña, asustada y desesperada por amor) y su modo de Padre Exigente (volverse crítica y controladora cuando se sentía amenazada).
El cuarto concepto se enfoca en las necesidades emocionales centrales, los requisitos humanos universales que, cuando no se satisfacen durante la infancia, conducen al desarrollo de esquemas. Entre ellos se incluyen las necesidades de seguridad, estabilidad, nutrición, aceptación, autonomía, competencia, identidad, expresión, espontaneidad y límites realistas. Las experiencias de la infancia de María le dejaron profundas necesidades insatisfechas de estabilidad y nutrición, que continuaron impulsando sus relaciones adultas.
Dr. Edgar Rodríguez V.
Director de ITEP
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