08/11/2025
POR QUÉ LA DIABETES NO CONTROLADA DAÑA LA VISTA Y LOS NERVIOS
La diabetes no controlada es una de las principales causas de ceguera y daño neurológico en el mundo. Cuando los niveles de glucosa en sangre permanecen elevados durante largos periodos, el exceso de azúcar circulante deteriora lentamente los vasos sanguíneos y las terminaciones nerviosas, afectando de manera directa órganos tan delicados como los ojos, los riñones, los pies y el corazón. Este daño no ocurre de un día para otro, sino de forma silenciosa y progresiva, por lo que mantener la glucosa bajo control es esencial para evitar complicaciones irreversibles.
En el caso de la vista, el exceso de glucosa debilita los capilares que nutren la retina, una capa delgada de tejido responsable de captar la luz y enviar las imágenes al cerebro. Con el tiempo, estos vasos se inflaman, se obstruyen o comienzan a filtrar líquido y sangre, originando una complicación llamada retinopatía diabética. En etapas avanzadas, pueden formarse nuevos vasos anormales que sangran con facilidad, provocando visión borrosa, manchas oscuras o pérdida súbita de la vista. Sin tratamiento, la retinopatía puede evolucionar hacia desprendimiento de retina o ceguera permanente.
A nivel del sistema nervioso, la hiperglucemia constante afecta las fibras nerviosas periféricas, encargadas de transmitir las señales entre el cerebro y el resto del cuerpo. Esto provoca neuropatía diabética, una condición caracterizada por entumecimiento, hormigueo, ardor o dolor intenso, especialmente en las piernas y los pies. La causa principal es la reducción del flujo sanguíneo a los nervios, sumada al daño oxidativo provocado por el exceso de glucosa. En los casos más graves, la pérdida de sensibilidad puede hacer que pequeñas heridas pasen desapercibidas y se infecten, lo que aumenta el riesgo de úlceras e incluso amputaciones.
El daño microvascular que genera la diabetes también afecta otros órganos vitales, como los riñones (nefropatía diabética) y el corazón (cardiopatía diabética). Por ello, el control glucémico no solo busca evitar los síntomas inmediatos, sino también prevenir el deterioro silencioso del organismo a largo plazo. Mantener la glucosa estable implica una combinación de alimentación saludable, ejercicio regular, control médico periódico y adherencia al tratamiento farmacológico.
En conclusión, la diabetes no controlada es una enfermedad silenciosa que ataca desde dentro, dañando la vista, los nervios y los vasos que sostienen la vida.
Cada valor elevado de glucosa deja una huella microscópica en los tejidos.
Porque cuidar el azúcar en sangre no solo protege la energía del cuerpo, también preserva la luz con la que vemos el mundo.