07/08/2025
🌌 Relato: “El amor que me buscó a través del tiempo”
Había una vez un amor que nunca se dijo con palabras, pero que vivía en las miradas. Tenía diecisiete años cuando conocí a Marcos, un joven que caminaba con silencio, pero cuyos ojos hablaban directo al alma. Fuimos cercanos, casi enamorados. Él iba a declararse un día, y yo lo sentía… pero ese día nunca llegó. La vida, con sus rumbos misteriosos, nos llevó por caminos distintos.
Años después, me enteré que Marcos había mu**to trágicamente. Lo asesinaron de una forma cruel, injusta. Su partida me dejó una sensación incompleta, como si algo hubiera quedado suspendido entre nosotros. Nunca lo lloré del todo. Nunca supe cómo despedirme de aquello que no fue, pero que en lo más profundo sí existió.
Pasaron los años… hasta que un día me encontré frente a su hijo, a quien aquí llamaré Pedro. Él no sabía quién era yo, pero yo sí sabía quién era él. Al mirarlo, algo se encendió en mí. Lo observé, y sin quererlo, sus ojos comenzaron a cerrarse, como si una fuerza lo llevara hacia adentro, hacia sí mismo. Le dije suavemente: “Abre tus ojos”.
Y entonces sucedió algo inexplicable: vi un túnel. Un túnel profundo que no era físico, era espiritual. Un túnel lleno de memorias, de miles de vidas, como si el alma de Pedro llevara un archivo ancestral que me buscaba desde hacía siglos. Sentí que Marcos me estaba mirando a través de su hijo, como si su alma hubiese encontrado una forma de llegar a mí… finalmente.
Primero vi luz. Luego, una intensidad enorme, casi agresiva. Sentí cólera, como si algo me reclamara desde muy dentro. Fue tan fuerte, tan real, que por un momento pensé que quería hacerme daño. Pero no era el hijo… era un eco del alma de Marcos, su dolor, su anhelo, su grito: “Aquí estoy, te encontré”.
Ese día entendí que el alma encuentra caminos más allá de la muerte, y que cuando un lazo no se cierra en vida, el universo puede traerlo de regreso en otras formas.
Yo no busqué ese encuentro. Se activó. Como canal de luz, a veces entro a mundos que no pido, pero que me son entregados. Y esta vez, fue el alma de un viejo amor que volvió a mirarme. No para quedarse. Solo para decirme: “Aquí estoy. No me olvides. Libérame”.
Y yo, con amor y compasión, lo dejé partir.
✨ Reflexión final:
Las almas siempre buscan volver.
El cuerpo es solo un medio, pero la luz lleva la información, el mensaje, la historia.
A veces creemos que lo que vemos es todo… pero hay mucho más más allá de lo evidente.
Cuando nos conectamos desde el alma, los mensajes del universo llegan.
Pueden venir a través de una mirada, de un hijo, de un silencio, de un túnel invisible que solo el corazón puede atravesar.
Nada se pierde si fue verdadero. Todo se transforma en luz.
Con cariño
Yuly Vigo - La luz que mi andar