12/11/2025
CUANDO EL NIÑO INTERIOR DEJA DE SER METÁFORA
Hemos llegado a un punto donde una metáfora útil ha caducado, convirtiéndose en una suerte de dogma. Hablo de esa figura omnipresente en el discurso de la autoayuda blanda: el "Niño Interior".
Inicialmente, esta conceptualización tenía un propósito clínico: ofrecer una vía para dialogar con la propia historia, con el sedimento de creencias y percepciones que se instalaron en la infancia y que hoy rigen, desde la sombra, nuestro fuero íntimo. Era una forma de nombrar la matriz de nuestros Pensamientos Automáticos (al puro estilo Beck), esos que surgen sin filtro, casi a calzón quitado, en nuestro monólogo interno.
El problema es que la gente olvidó la distinción. Olvidaron que era un modelo explicativo, no una entidad que opera dentro del cráneo.
LA VIRTUS DORMITIVA DEL SENTIDO COMÚN
El "Niño Interior" se ha degradado a lo que Gregory Bateson llamó un principio dormitivo o virtus dormitiva: una explicación circular.
“Soy impulsivo porque mi niño interior está herido.” “¿Y por qué está herido?” “Porque mis impulsos son incontrolables.”
Esto no explica nada. Es esencialismo puro. Es nombrar un fenómeno con la misma causa que se intenta describir, cayendo en la trampa de la reificación: se transforma un conjunto de patrones de pensamiento en una cosa tangible, una especie de Oompa Loompa emocional que dirige la orquesta interna y al que podemos culpar por nuestra ineficacia adulta.
Esta estructura narrativa, lejos de liberar, a menudo genera un patrón de justificación sutil y evita la única cosa que detesta la psique inmadura: la responsabilidad relacional.
EL APRENDIZAJE DEL TRAUMA Y LA VOZ NO CUESTIONADA
Los pensamientos automáticos, esas "voces" que adjudicamos a ese supuesto niño, no son otra cosa que el sedimento de aprendizajes no cuestionados.
Como planteó Alexander, y luego adoptó Nardone, una Experiencia Emocionalmente Correctiva no siempre es positiva. El trauma también es un aprendizaje, solo que uno que te enseña a sobrevivir bajo premisas distorsionadas o limitantes.
Cuando estas premisas (creencias) se instalan en una mente poco entrenada en el pensamiento complejo —una carencia culturalmente visible en nuestro entorno, donde la dicotomía simplista domina el entendimiento—, se quedan como juicios generalistas y, sí, a veces mágicos. Una visión infantil del mundo no por su simpleza cronológica, sino por su falta de rigor lógico y cuestionamiento adulto.
Esa voz automática es, de facto, una voz infantil: la que nunca pasó por el filtro crítico de la madurez.
LA ESTRATEGIA ERICKSONIANA DE LA UTILIZACIÓN
En la Hipnosis y Terapia Breve Estratégica, no estamos interesados en la ontología del "Niño Interior". No creemos que sea una estructura que deba ser "sanada" a modo de fontanero que ajusta una tuerca. Eso sería, irónicamente, caer en el mismo pensamiento mágico que criticamos.
Lo que sí hacemos es un trabajo relacional.
Como señala la perspectiva de Nardone, el equilibrio psicológico se juega en tres relaciones clave: con el mundo, con los demás, y consigo mismo.
Cuando trabajamos con la regresión simbólica o con esa "voz", no estamos operando sobre el niño, sino sobre la relación que el adulto tiene hoy con esa voz, con esos pensamientos automáticos.
CASO CLÍNICO:
El paciente viene describiendo su ansiedad como "un miedo que me paraliza, el mismo miedo que sentía a los ocho años cuando mi padre me regañaba". No necesitamos cambiar al niño de ocho años. Necesitamos cambiar la forma en que el adulto de hoy se relaciona con esa sensación de parálisis. Si el adulto deja de escuchar esa voz como una sentencia y la empieza a escuchar como una memoria ineficaz, la relación cambia. El pensamiento ya no tiene la misma autoridad.
En definitiva, aplicamos el principio de Utilización Ericksoniana: tomamos esa creencia errónea que el paciente trae —ese "Niño Interior"— y lo usamos a favor del cambio, no para validar su existencia esencial. Lo usamos como un punto de acceso a la relación interna disfuncional.
Lo que se corrige no es el pasado. Es la percepción del presente frente a un eco del pasado.
A veces no hace falta sanar una entidad fantasma. Hace falta cambiar la maniobra con la que se la escucha.