02/11/2025
Enfermarse también es parte de la vida. Aquí mi reflexión dominguera basada en las preocupaciones que observo, vivo, escucho y leo en estas pasadas semanas.
A veces siento que en esta época moderna queremos proteger tanto, que hemos olvidado que hay cosas que simplemente deben pasar.
En los años 80 y 90, los catarros🤧 y las fiebres🤒 eran parte del calendario escolar. Nos enfermábamos todos, nos contagiábamos, y a la semana ya estábamos bien. No había histeria, ni protocolos, ni comunicados. Solo sentido común, jarabes, descanso, y una mamá o abuela pendiente.💕
Incluso puedo recordar cargar con mi "paño de mocos" 🤧junto al jarabe líquido de sabor cuestionable en mi bulto, sin mayor protocolo que el saber automedicarme como me enseñaban en casa!
Hoy, en cambio, cada estornudo 😪es una alerta, cada niño con tos es motivo de protocolo😷 y cada virus tiene nombre, apellido y código.
La influenza🦠, los virus respiratorios, las infecciones… siempre han existido. Lo que cambió no fue la biología, fue la percepción: ahora vivimos con miedo. Miedo a los contagios, miedo a los reclamos, miedo a no cumplir el protocolo.
Pero enfermarse también es parte de la vida. Es así como el cuerpo aprende, se fortalece y crea defensas. Un niño que pasa por catarros y fiebres no está “mal cuidado”; está desarrollando su sistema inmunológico, tal como la naturaleza lo diseñó. La exposición moderada, normal no es enemiga. La sobreprotección, sí puede serlo.
Siendo profesional de la salud entiendo muy bien la importancia de cuidar y prevenir, pero también creo que hemos perdido el equilibrio⚖️. Hay una línea fina entre ser responsables y caer en la histeria colectiva. No todo requiere un informe, una carta o una cuarentena. A veces solo se necesita reposo, líquidos, y paciencia.🙏🏼
Yo soy más de la vieja escuela: la que cree que criar hijos fuertes también significa permitirles enfrentar los pequeños malestares de la vida sin miedo. Hay que caerse, rasparse, darse golpes🤕; a veces leves y a veces no tanto, pero todos producto de una niñez normal y activa. Algunos con yeso otros con puntos de suturas, que son dolores de cabeza para nosotros, claro que sí!, pero también es parte del crecimiento y aprendizaje.
Mis cantazos son recuerdos de mi niñez, mis cicatrices tiene una historia, no fueron traumas psicológicos, son historias que hoy comparto con mi hijo como anécdotas. Son un mapa que me recuerda la caída jalda abajo de la bicicleta, el empujón en la fila de la fuente qué terminó con una rajá, la subida al árbol, el brinco por los alambres de púa....todo una niñez activa y memorable.
Esta es mi opinión muy personal, no pretendo que sea compartida, simplemente que les haga reflexionar y mirar atrás en el tiempo a las cosas que funcionaban.
Mi mensaje final, es que la salud no solo se construye evitando enfermarse… sino también aprendiendo a sanar.