14/01/2020
"la salud mental, o es derecho, cuidados, solidaridad, integralidad, singularidad, diversidad, o es más manicomio".
COMUNICADO A LA OPINIÓN PÚBLICA
Sobre la Política Nacional de Salud Mental
Durante el reciente periodo dictatorial stronista (1954 - 1989) cuestiones que tienen que ver con salud mental -como los vínculos, los afectos, las sensibilidades, las particularidades, las diferencias- fueron minimizadas, despreciadas o expulsadas.
Hace pocos años que en Paraguay hablar de este tema se ha hecho bastante usual y extendido.
Sin embargo, durante el periodo post dictatorial, en las políticas de salud mental públicas paraguayas lo “post” no fue tal. Como tanto no resuelto en esta “democradura”, en el campo de la salud mental, los presupuestos siguieron siendo exiguos, y el modelo dominante sigue siendo el mismo:
- entender tratamiento como sinónimo de medicación, sin considerar la complejidad humana.
- defender la internación compulsiva psiquiátrica como elemento central, despreciando la inserción comunitaria, la red de vínculos de sostén y sus saberes cotidianos.
- sobrevalorar la profesión médico - psiquiátrica, despreciando las otras profesiones de salud y lo interdisciplinario.
- no enfrentar el estigma y la discriminación que existen fuertemente en nuestra sociedad, postergando el valorar la diversidad psíquica.
Ni siquiera se avanzó en la concreción de la Política Nacional de Salud Mental 2011-2020 (OPS, 2011) por falta de voluntad, valor y/o el apoyo desde la Dirección de Salud Mental, no concretando una línea de transformación sino más bien una complacencia y un laissez faire muy cercano a defender la comodidad y la permanencia de los líderes institucionales del campo.
De hecho, no se ha instaurado nunca un sistema de salud mental. Mayormente las Unidades de Salud Mental (USM) vienen siendo “Unidades de personas” con trabajo fragmentando, donde es excepcional la concepción de equipo y el enfoque de desmanicomialización no es un acuerdo fundante. Entonces es esperable que la población no pueda discriminar entre lo manicomial y lo no manicomial.
En la semana que pasó, el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social fue sustituida la persona a cargo de la Dirección de Salud Mental.
En este sentido, como ALAMES no vemos un cambio pues no basta suplantar a personas mientras el modelo es el que perdura.
Tenemos múltiples y extensos emergentes nacionales en salud mental.
Algunos más reconocidos como lo suicida, el uso complicado de dr**as químicas o los conflictos inter relacionales familiares.
Otros emergentes menos explorados como la accidentalidad vial (por la inmediatez física, en los vínculos en el tránsito se agudizan las fricciones relacionales facilitando la hostilidad, las agresiones y las peleas), el sufrimiento vincular laboral en las instituciones (en las mismas no se reconoce que toda tarea se realiza a partir de vínculos humanos, los que requieren ser cuidados y reparados ante su desgaste diario) o las polarizaciones sociales (ante temas construidos desde posiciones irreconciliables donde el otro acaba siendo inescuchable, indialogable, desechable).
Ahora, pensamos que lo que le da comprensibilidad a la heterogeneidad de estas manifestaciones es la cada vez mayor consagración de una sociedad sin otro.
Una sociedad donde la ostentación de uno se entiende sin vínculo con la exclusión en la miseria del otro, donde la naturaleza acaba siendo una molestia incendiable para la acumulación de ganancias de unos pocos, donde una persona puede ser baleada mientras duerme en un banco de una parada de ómnibus por un gatillo anónimo con el único “argumento” de ser indígena y pobre.
Que entendamos la gravedad de los efectos del debilitamiento del lazo social que nos debiera unir como colectivo nacional, es de una importancia ético política cada vez más crucial y (terriblemente) cada vez menos reparable.
Proponemos desde ALAMES la urgencia de construir con amplia participación nacional la construcción colectiva de un Plan Nacional de Salud Mental, el que requiere ser generado en una amplia conversación nacional donde se apropie la gente, y no un documento que sea finalmente solo testimonial.
Entendemos también que la reforma en salud mental es válida solo dentro de la necesaria discusión de una reforma sanitaria buscando políticas públicas integrales, universalistas con una amplia participación y con los necesarios cambios estructurales. Pretender una reforma de salud mental sin una reforma del estado es imposible.
Como ALAMES entendemos que pretender que bastan diagnósticos y medicaciones para reentramar lo desgarrado histórico y contemporáneo social, podría ser solo una cuestión penosa si no fuera por su gravedad: la salud mental, o es derecho, cuidados, solidaridad, integralidad, singularidad, diversidad, o es más manicomio.
ASOCIACIÓN LATINOAMERICA DE MEDICINA SOCIAL
ALAMES PARAGUAY
Asunción, 13 de enero del 2020