10/10/2025
- La culpa, desde esta mirada, nos ata al pasado. Cuando sentimos culpa, quedamos fijados en el error o en el daño, buscando compensarlo o castigarnos. Esto impide el movimiento hacia adelante y el aprendizaje genuino.
-La inocencia, por otro lado, puede ser igual de limitante. Quien se aferra a sentirse “inocente” o “sin culpa” se coloca fuera del flujo de la vida y de las consecuencias. No asume responsabilidad, y por tanto tampoco puede aprender ni madurar.
-El aprendizaje, en cambio, surge cuando soltamos la necesidad de ser inocentes o culpables y simplemente reconocemos lo que fue, aceptamos las consecuencias y nos abrimos a algo nuevo.