31/08/2025
"CORAZÓN: UNA VISTA A SU SISTEMA DE CONDUCCIÓN ELÉCTRICA"
El corazón, más que una simple bomba, es un órgano que late siguiendo un guion invisible escrito en electricidad. Cada contracción que impulsa la sangre al cuerpo no es un acto fortuito, sino la consecuencia de un sistema perfectamente organizado que, como una orquesta, marca los tiempos y coordina cada fibra miocárdica. A ese sistema lo conocemos como el sistema de conducción eléctrica del corazón, un entramado de células especializadas que no buscan contraerse, sino encender y coordinar el latido.
Todo comienza en el nódulo sinoauricular (SA), una pequeña estructura en la aurícula derecha que, aunque apenas mide unos milímetros, tiene el privilegio de ser el marcapasos natural. Allí, un grupo de células automáticas descarga impulsos eléctricos rítmicos gracias a sus corrientes iónicas espontáneas. Este nodo dicta la frecuencia y el ritmo, como un director que marca el compás inicial. El estímulo viaja después a través de las aurículas, generando la contracción que llena los ventrículos de sangre, y llega al siguiente eslabón: el nódulo auriculoventricular (AV).
El nodo AV, ubicado en la unión auriculoventricular, actúa como guardián del paso eléctrico. Su misión es demorar brevemente el impulso, un retraso fisiológico que parece insignificante, pero que resulta vital: gracias a él, las aurículas logran vaciar su contenido antes de que los ventrículos se contraigan. Es el equivalente a una pausa musical que permite que la melodía no se precipite y el corazón mantenga eficiencia mecánica.
Superado este filtro, el impulso eléctrico se introduce en el Haz de His, que se divide en ramas derecha e izquierda para descender por el tabique interventricular. Estas ramas, a su vez, se ramifican en fibras de Purkinje, verdaderas autopistas de conducción ultrarrápida que esparcen la señal a través de la masa ventricular. Es entonces cuando, como una ola eléctrica que barre los ventrículos de adentro hacia afuera y de abajo hacia arriba, ocurre la contracción coordinada que expulsa la sangre a la circulación pulmonar y sistémica.
Lo asombroso de este sistema no es solo su arquitectura, sino su precisión. Cada célula marcapasos obedece principios electrofisiológicos basados en la dinámica de sodio, potasio y calcio, que determinan el potencial de acción y el automatismo. Y, aunque el nodo SA es el líder indiscutible, existen marcapasos subsidiarios —como el nodo AV o las fibras de Purkinje— que pueden asumir el mando en caso de fallo, aunque con ritmos más lentos y menos eficientes.
Desde el punto de vista clínico, cualquier alteración en este delicado engranaje se traduce en arritmias. Una falla en el nodo SA puede originar bradicardias; un bloqueo en el nodo AV, distintos grados de bloqueo auriculoventricular; una conducción aberrante por las ramas, bloqueos de rama; y la hiperexcitabilidad de focos ectópicos, taquiarritmias que desafían al ritmo normal. La electrocardiografía, con su trazo inconfundible de ondas P, complejos QRS y ondas T, es el lenguaje visible de esta actividad eléctrica invisible, y permite al médico interpretar en papel la coreografía interior del corazón.
Comprender el sistema de conducción eléctrica no es solo un ejercicio académico: es reconocer cómo la vida depende de un delicado equilibrio entre corrientes iónicas, pausas fisiológicas y secuencias de activación. Un lenguaje eléctrico que no se ve, pero que sentimos en cada pulso.
El corazón no late al azar: sigue una partitura precisa escrita en iones y ejecutada por un sistema de conducción que, desde la aurícula derecha hasta las fibras de Purkinje, mantiene la sinfonía de la vida. Pasión Médica Pro.