11/19/2025
El apego duele porque nace del miedo, no del alma.
El alma sabe amar sin cadenas; conoce la libertad que hay en dejar ser.
Pero el miedo… el miedo se aferra, intenta controlar, teme perder, teme quedarse solo. Por eso se adhiere a lo conocido, aunque duela, aunque limite.
El apego no es amor: es la sombra del amor.
Es el intento desesperado del ego de asegurarse algo que siente que le falta.
Es querer que el otro llene un vacío que solo la propia conciencia puede sanar.
Cuando el amor nace del alma, no necesita posesión.
No exige presencia constante ni garantiza permanencias.
Es un amor que acompaña, que respira, que permite que cada quien siga su camino sin perder su esencia.
Sanamos cuando comprendemos que el verdadero amor no retiene, ilumina.
No aprisiona, sostiene.
No hiere, libera.
Cuando aprendemos a soltar desde la certeza y no desde el miedo, el amor vuelve a ser lo que siempre fue: un acto de libertad profunda.