10/30/2025
Capítulo 2️⃣9️⃣
Landon
Durante los días siguientes, opté por trabajar desde el salón ejecutivo del
hotel. Ir a la oficina habría supuesto pasar la mitad del tiempo respondiendo
a las preguntas de los empleados sobre el futuro de la empresa y la
seguridad de sus puestos de trabajo. La noticia de la posible compra se
había extendido como un reguero de pólvora.
El jueves bajé al restaurante del hotel y, durante el desayuno, me puse a
pensar en la mejor manera de manejar la situación.
Al revisar mis correos electrónicos, me di cuenta de que cada uno de los
miembros de la junta directiva me había enviado un mensaje en el que
exponía sus argumentos, es decir, por qué la venta era la mejor opción.
Independientemente de mi conflicto con ellos, los había elegido por su
inteligencia y visión empresarial, así que decidí evaluar sus motivos de
forma justa para luego construir mi argumento.
A regañadientes, empecé a leer la correspondencia de los miembros de
la junta directiva, mientras tomaba notas. Estaba claro, por la repetición de
sus palabras, que habían discutido mucho sobre el tema. Después de leerlos,
cogí uno de los blocs de notas del hotel y un bolígrafo. Siempre había
trabajado mejor con un bolígrafo y un papel en la mano.
La junta tenía razón en un aspecto: había previsto prescindir de DBC
Payment Solutions cuando elaboré el plan de negocio original, pero el
trabajo había sido mi refugio durante los últimos años. ¿Acaso me había
aferrado a él por las razones equivocadas? ¿Había llegado el momento de
dejarlo ir? Me pasé todo el día tomando notas.
Para el viernes, había empezado a elaborar una presentación
convincente. Aparte de la expansión geográfica, la empresa también podía
crecer introduciéndose verticalmente en otras industrias afines. Ambas
opciones eran igual de complejas. La expansión suponía una tarea tan
agotadora que aún me quedaban cicatrices de los años en los que estábamos
iniciando nuestro camino en Europa.
Frustrado, me pasé una mano por el pelo, mirando las diez páginas de
notas y las diapositivas de la presentación. Fuera ya estaba oscuro. Se me
había esfumado el día entre seis cafés y cero comidas. Durante los cuatro
años anteriores, había disfrutado de los retos y de la oportunidad de tener
aún más proyectos en los que involucrarme. Pero en ese momento mi
corazón ya no estaba dispuesto a ello.
Joder, no quería seguir viviendo como lo había hecho. Encerrado en mi
oficina, trabajando cada minuto que estaba despierto. Había algo más en la
vida que eso. El tiempo que había pasado en Los Ángeles con mi familia y
Maddie me había hecho caer en la cuenta de lo que me estaba perdiendo.
Vaya, echaba de menos a Maddie. Se me pasaron por la mente muchos
momentos de nuestro tiempo juntos. Nuestra conexión no era solo producto
de mi imaginación. Cada día confiaba más en mí, se entregaba más a mí en
cada momento. Lo que Maddie y yo teníamos era precioso y real. Ella
significaba todo para mí. ¿Pero por qué había actuado de esa forma antes de
que me fuera?
Seguro que mi noticia la había pillado por sorpresa. Repasé nuestra
conversación en mi cabeza. Le había contado en detalle el problema que se
había presentado con la empresa, pero no había hablado de lo nuestro.
Había estado esperando una señal de ella antes de abordar el tema, pero, ¿y
si ella también había estado esperando una de mí? ¿Estaba sobreanalizando
la situación?
No tenía ni idea, pero sí sabía una cosa. Si existía alguna posibilidad de
que Maddie quisiera un futuro juntos, la iba a coger con las dos manos. ¿Me
estaba agarrando a un clavo ardiendo? Tal vez, pero el dolor de mi pecho se
alivió ante la mera posibilidad de que aún pudiera conservar a Maddie en
mi vida.
Sonó mi teléfono y crucé los dedos para que no fuera Adam. No tenía
respuestas para él. Era Will. Miré alrededor del salón de negocios antes de
contestar. Estaba solo.
—¡Hola! ¿Cómo va todo? —preguntó.
—Nada bien.
Oí la charla de fondo y caí en la cuenta de que era la primera cena de
viernes a la que no asistía en casi dos meses. Había visto a todo el mundo
en la fiesta de cumpleaños de Maddie, pero las tripas se me seguían
retorciendo.
—Vamos a comer stroganoff de ternera. Adam le ha dicho a Val que
estás trabajando desde casa, así que ha pedido lo mismo para ti en algún
restaurante cercano. Pero el repartidor acaba de llamarla para decirle que no
estás allí. ¿Dónde estás?
Sonreí. Como no podía ser de otra manera, Val me estaba mimando
incluso a distancia. Imaginé el disgusto de Adam al ser interrogado por Val
sobre mi paradero.
—He reservado una habitación en un hotel. Puedo concentrarme mejor.
—No lo entiendo —dijo Val, lo que me indicó que Will me tenía en
altavoz.
A continuación, intervino Hailey.
—Por cierto, mi charla inspiradora sobre no dejar ir a Maddie ha valido
una mierda, ¿no?
Me aclaré la garganta.
—Lori, sería bueno que te des cuenta de que todo este lenguaje es malo
para Milo.
—No, Milo está viendo su programa favorito en el iPad. Con cascos,
para no tener que censurar la conversación —dijo Lori.
El clan estaba siendo tan minucioso como de costumbre.
—¿Y? —presionó Hailey.
—¿En qué te basas para decir eso? —respondí.
Una de mis hermanas suspiró dramáticamente. Me pareció que era Lori.
—Acaba de venir a traerme unas flores para el porche y parecía que se
estaba muriendo de ganas de ponerse un chándal y comerse un helado —
continuó Val.
—¿Un chándal y un helado? —repetí, más confundido que antes.
—Código de chicas para el cuidado de un corazón roto —explicó Lori.
¡Joder! ¿Le había hecho daño? Eso era lo último que quería.
—Podría tratarse de un error de percepción —dijo Jace, hablando por
primera vez.
—Para nada —dijo Lori.
—Tenía pinta de que no había dormido mucho —continuó Val.
—Juraría que también parecía más delgada —añadió Lori—. O quizá
eso haya sido porque estaba pálida.
—Esas son señales de que te echa de menos. Vosotros hacéis un gran
equipo, Landon —dijo Hailey—. Sois el uno para el otro.
—Lo sé. Tienes razón —acepté.
—¡Sí! —exclamó Hailey—. ¿Puedes por favor repetir las palabras
“tienes razón” alto y claro? Solo por esta vez. Es música para mis oídos.
—Acabas de darles munición para que nos den la lata durante años —
dijo Will.
—De por vida —corrigió Hailey—. Y tú llevas una placa de tío duro,
Will. ¿Cómo puedes tener miedo de nosotras?
—Simple. La placa no funciona contigo —respondió Will.
—Landon, ¿quieres que envíe al repartidor con el stroganoff al hotel?
—preguntó Val.
—Sí, adelante. Te estoy enviando la dirección ahora mismo.
Cuando terminé de teclear y enviar, volví a acercarme el teléfono a la
oreja.
—Escuchad todos. Gracias por llamarme, pero tengo que...
—Sí, sí, vamos a dejar que vuelvas a tu cueva para meditar —dijo Lori
—. Pero tu periodo de meditación tiene fecha de caducidad, para que lo
sepas.
Después de apagar el teléfono, intenté volver a garabatear en mi
cuaderno, pero acabé apartándolo y apagando el portátil. Sabía que tenía
que programar pronto esa reunión con la junta directiva, pero no llegaría a
ninguna conclusión esta noche, eso estaba claro. Una energía se apoderó de
mí mientras contemplaba mi futuro con Maddie. No tenía todas las
respuestas sobre cómo podía hacer que las cosas funcionaran, pero la
quería. La amaba y quería luchar por nuestro futuro.
***
Maddie
Cuando llegué a casa estaba agotada. Había repartido cerca de cien tarjetas
de visita y folletos, y quince de los receptores parecían seriamente
interesados en rehacer sus jardines.
Estaba feliz de estar por fin en casa, aunque la mía estaba llena de
recuerdos. Veía a Landon en todas partes: en la cocina, en el salón, en la
habitación. Pero todavía tenía que lamer algunas heridas y mi hogar era el
lugar adecuado para ello. Haber dado tanta caña me estaba pasando factura,
me había consumido toda la energía. Y dejar las flores en maceta en casa de
Val me había hecho ponerme muy triste. Estaba lista para probar un nuevo
esmalte de uñas.
Le había prometido a Grace que la esperaría antes de probar un nuevo
color, así que decidí darme un baño primero. Me tumbé en la bañera, que
estaba cubierta de burbujas, y me masajeé los pies, que protestaban tras un
día entero de llevar tacones. Incluso encendí unas velas para ponerlas en el
borde. Me coloqué los cascos, dejé el teléfono con cuidado en el suelo de
baldosas junto a la bañera y me senté a relajarme.
A mitad de mi baño extravagante, me pareció oír el timbre de la puerta,
pero consideré que debía haber sido producto de mi imaginación. Grace
tenía una llave. Recién salí de la bañera cuando se enfrió el agua. Como mi
hermana aún no había llegado, decidí buscar algunas cosas en la tienda y
preparar la cena.
Cuando abrí la puerta de casa, estuve a punto de derribar el precioso
arreglo floral. Mi corazón se detuvo. Me incliné y lo recogí. No había
tarjeta, pero solo conocía a una persona capaz de enviar algo así.
¿Tantos días de silencio y de repente me enviaba flores? ¿Qué
significaba esto? Puse el paquete en la mesa de centro de la sala de estar,
tratando de calmar mi acelerado pulso. Perdí la batalla cuando apareció un
mensaje en mi teléfono.
Landon: Echo de menos tu voz. Te echo muchísimo de menos. ¿Es
un buen momento para hablar?
Había un riesgo real de que empezara a divagar de nuevo si oía su voz.
Claro, no estaba delante de mí para distraerme con esos ojos o labios
pecaminosos, pero aun así, quién sabía lo que podría soltar. Por otro lado,
también había echado de menos su voz. Echaba de menos todas las formas
en las que él hacía que mi vida fuera mejor. Echaba de menos hacerle feliz,
y quería escuchar lo que tenía que decir, así que escribí un Sí.
Mi pantalla parpadeó de inmediato cuando me llamó. Posé el culo en el
suelo, crucé las piernas delante de mí y cogí la llamada.
—Hola, preciosa.
—Hola, Landon. Tengo tus flores. Tú las has enviado, ¿no?
—No sé. ¿Crees que alguien más te echa de menos como un loco?
—Tendría que revisar mi larga lista de pretendientes —dije secamente
—. ¿Cómo van las cosas con la asociación?
—Estoy elaborando algunos planes. Pronto se van a acomodar las cosas.
—Qué bien.
—¿Cómo estás, Maddie? He escuchado algunos informes preocupantes.
Tragué saliva.
—¿Qué?
—Val me ha llamado después de que te pasaras por su casa. Insiste en
que parece que no estás durmiendo mucho. Lori asegura que estás más
delgada. Hailey insiste en que son señales de que me echas de menos.
Me encantaba que las hermanas Connor se preocuparan por mí, pero de
todas formas iba a matarlas por romper el código de chicas y contárselo.
Por otra parte, ¿qué esperaba? Era su hermano y el clan Connor estaba muy
unido. Si hubiera sido por Grace, yo estaría haciendo lo mismo que ellas.
—Maddie, no me gusta cómo he manejado las cosas cuando me fui. Lo
siento. Siento haberte hecho daño.
—Lo has hecho —dije en voz baja—. Pero yo tampoco he actuado bien.
Estaba tan incómoda... que no sabía qué decir.
—Lo que tenemos es real y precioso, y me siento tan conectado a ti que
no puedo dejar de pensar en ti a cada momento. En nosotros. Eres parte de
mí.
—¿En serio? —susurré.
—Sí, en serio.
No sabía cómo responder a eso, así que dije lo primero que se me
ocurrió.
—Te echo tanto de menos que no sé qué hacer con mi vida.
—V oy a ir a Los Ángeles la semana que viene —anunció, y la
declaración activó cada una de las células de mi cuerpo. Una energía fluyó
dentro de mí. Estaba a flor de piel.
—¿Por cuánto tiempo?
—Estoy pensando en quedarme desde el jueves hasta el domingo.
¿Tienes tiempo para cenar el jueves?
—Claro. Puedo preparar la cena.
—Cita confirmada.
Mi corazón triplicó su tamaño. Estaba tan emocionada por verle, y tan
esperanzada, que ni siquiera se me ocurrió preguntar de qué iba la cena.
Apenas después de colgar el teléfono me pregunté si se trataba de nuestro
futuro o de un cierre. No estaba segura de que mi pobre corazón pudiera
soportar esto último.
Contemplé un poco más las flores en la mesa de centro. No habría
enviado flores si quisiera cerrar el círculo, ni habría llamado para decir
todas esas cosas bonitas. Sonreí y opté por darme la oportunidad de
sentirme esperanzada.
Continuará……..
Layla Hagen ✍️
Elefante Rosa En La Luna 🌙