10/24/2025
Hay momentos en la vida en los que el alma clama volver al origen. El agua, madre eterna, nos recuerda que antes de respirar el aire del mundo, ya flotábamos en su abrazo. Así lo sentí al sumergirme en las aguas cristalinas de Phi Phi Islands, donde cada ola es el eco de Dios, y cada corriente, un llamado al renacimiento.
Las aguas no sólo limpian el cuerpo, limpian la memoria, el karma y la tristeza. Ellas son las lágrimas de la Tierra, puras, eternas, dispuestas a recibir nuestras cargas y devolvernos la ligereza del espíritu.
Por eso, te invito a bañarte en las aguas dulces de Yemayá, a ofrecerle tus preocupaciones, tus miedos, tus heridas. Dile: “Madre, recibe mis sombras y devuélveme al nacimiento de mi alma.”
Permite que el mar te abrace y se lleve lo que ya no pertenece a tu historia. Sumérgete con intención y recuerda que para vivir en la luz, primero hay que nacer del agua y del Espíritu de Dios.
En ese instante, la divinidad te lavará no solo la piel, sino también la mente, el corazón y los caminos.
Cada baño se convertirá en un sacramento de libertad,
cada ola, en un decreto de renacimiento. Y cuando salgas del agua, el sol mismo te reconocerá como un hijo de la creación, renacido y limpio, preparado para brillar con la pureza del cielo.
Gracias por hacer este renacimiento algo posible para todos los que hemos peregrinado hasta esta ancestral tierra.
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