11/14/2025
EL DESEO SEGÚN FREUD, LACAN Y LOS GRIEGOS
Cada uno de nosotros, como sujetos, está llamado a lidiar con su propio deseo.
Desear, sin embargo, es muy diferente de querer: ambos conceptos a menudo no coinciden.
Del mismo modo que amar y desear suelen ser experiencias separadas e inconexas.
El deseo siempre tiene que ver con una «carencia». Pero la carencia a la que se refiere el psicoanálisis no es ni del orden de la necesidad (como el hambre y la sed) ni del orden de la posesión de bienes materiales.
Lacan enfatiza que existe una carencia estructural inherente al ser humano, como un «hueco» en torno al cual gira el deseo. No es casualidad que todas las llamadas «zonas erógenas» del cuerpo humano tengan que ver con una abertura, un hueco.
Freud observó que en los seres humanos existe una nostalgia fundamental, vinculada a un objeto que siempre se ha perdido y que debe ser redescubierto en el mundo. Esta búsqueda está condenada al fracaso, debido a la imposibilidad de reemplazar lo que hemos perdido con lo que podemos encontrar.
Nunca volverá a ser lo mismo.
Si el deseo está estructuralmente destinado a permanecer, en su esencia, insatisfecho, esto no significa que no pueda humanizarse. ¿Qué significa humanizar el deseo?
Significa transformarlo y cultivarlo como una pasión, un talento, un «daimon», como lo entendían los griegos. No es casualidad que Umberto Galimberti enfatice cómo Sócrates se centraba en la «eudaimonía», el acuerdo satisfactorio, la realización plena del propio daimon.
¿Cómo es posible fomentar esta subjetivización del deseo?
Un ingrediente fundamental es el testimonio de nuestra relación con el deseo. No se trata de imitar, de «hacer como», sino de dar testimonio de la propia relación con el deseo, mostrando cómo es posible apropiárselo, cómo hacerlo capaz de dar fruto.
Freud fue el primero en referirse a la «psicología» como un «daimon», una inclinación personal particular que debe seguirse, convirtiéndola en el centro de la vida. Dar testimonio de la propia relación con el deseo es un elemento fundamental para transmitirlo de generación en generación.
(En la imagen: Sigmund Freud y su hija Anna, también figura destacada del psicoanálisis, en Londres durante sus años de exilio).
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•Gianfranco Ricci /Psicoanalista