11/14/2025
A men**o creemos que la enfermedad empieza cuando aparecen los síntomas más fuertes. Pero la realidad es que el cuerpo lleva años, a veces décadas, intentando hablarnos en formas más silenciosas y sutiles.
Antes de la inflamación, del dolor o del cansancio extremo, existen patrones que vivimos como “normales”: el complacer, la necesidad de control, perfeccionismo, evitar conflictos, mantenernos fuertes constantemente, rendir por encima de nuestras capacidades o desaparecer físic o emocionalmente para evitar sentir. No son rasgos de personalidad. Son respuestas de supervivencia que alguna vez nos protegieron y que, con el tiempo, mantienen a nuestro sistema nervioso en alerta constante.
Cuando esa alerta se prolonga, el cuerpo pierde la capacidad de recuperarse. Y lo que antes eran señales suaves se transforman en síntomas, diagnósticos y desregulación.
Volver al bienestar no es “arreglarnos”, no estamos rotos ni rotas y lo repetiré las veces que haga falta. Recuperar el bienestar es volver a escucharnos.
Es permitirnos sentir lo que no pudimos sentir.
Es reconocer qué partes de nosotros siguen intentando mantenernos a salvo, aun cuando ya no lo necesitamos.
El camino hacia la salud empieza con un gesto radical: volver al cuerpo, volver a la seguridad interna, volver a la autenticidad.