Salud, sexo, humor y otras locuras.

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200 pasajeros esperaban para despegar. Pero el Capitán estaba de rodillas en la terminal.El Capitán Grant llevaba 20 año...
11/26/2025

200 pasajeros esperaban para despegar. Pero el Capitán estaba de rodillas en la terminal.

El Capitán Grant llevaba 20 años volando. Había lidiado con pasajeros rebeldes, tormentas severas y horarios ajustados.
Normalmente, permanecía en la cabina, realizando los chequeos previos al vuelo mientras la tripulación de cabina se encargaba del embarque.
Pero hoy, la azafata lo llamó con un problema:
—Tenemos un pasajero en transporte médico que se niega a subir al avión. Está paralizado en la puerta.

El pasajero era Noah, un niño de 7 años.
Noah llevaba dos años luchando contra una forma agresiva de leucemia. La quimioterapia en casa había dejado de funcionar, y sus padres lo llevaban a otro lado del país para participar en un ensayo clínico en un hospital de investigación.
Era su última oportunidad real.

Pero el estrés, la mascarilla, el soporte de suero y el tamaño del aeropuerto eran demasiado para él.
Noah tuvo un ataque de pánico justo en el puente de embarque. Lloraba, temblaba y se aferraba a su silla, convencido de que si subía al avión, no volvería.

Su madre, agotada y aterrada por perder la cita, intentaba calmarlo, pero su propia ansiedad lo hacía más difícil.
La seguridad rondaba cerca, sin saber qué hacer.

Entonces, el Capitán Grant salió del puente de embarque.
No miró su reloj. No parecía molesto.
Vio a un niño aterrorizado que estaba librando una batalla mucho más dura que un vuelo retrasado.

Grant ignoró las miradas de los pasajeros y el horario. Se acercó a Noah y se arrodilló, poniéndose a su altura.

—Escuché un rumor —dijo, con voz baja y firme.

Noah levantó la vista, con lágrimas corriendo por debajo de la mascarilla.

—Escuché que mi copiloto está atrapado aquí —continuó Grant—. Y no puedo volar este gran avión solo. Necesito a alguien fuerte que me ayude a vigilar las nubes.

—Tengo miedo —susurró Noah.

—Lo sé —dijo Grant, poniendo una mano sobre el hombro del niño—. Está bien tener miedo. Pero ese avión… es el lugar más seguro del mundo ahora mismo. Porque yo lo estoy pilotando, y te prometo que vamos a llegar sanos y salvos. Solo tienes que ayudarme a despegar.

No lo apresuró. Solo sostuvo ese espacio, mirándolo a los ojos, ofreciéndole la confianza que él no tenía.
Poco a poco, el terror en los ojos de Noah se transformó en un pequeño atisbo de valor.
Asintió.

—¿Listo, Capitán? —preguntó Grant, extendiendo la mano.
—Listo —susurró Noah.

Noah se levantó. Caminó hacia el avión tomando la mano del Capitán.
Ese día, Grant no solo transportó a un paciente; le dio a un niño aterrorizado la fuerza para dar el siguiente paso en su lucha.

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La Hacendada Que Fue Embarazada Por 3 Esclavos: El Caso Prohibido de Venezuela, 1831En las tierras ardientes de Venezuel...
11/25/2025

La Hacendada Que Fue Embarazada Por 3 Esclavos: El Caso Prohibido de Venezuela, 1831

En las tierras ardientes de Venezuela, donde el sol castiga sin piedad y los secretos se entierran bajo las plantaciones de cacao, una mujer rompió todas las reglas. Doña Catalina Mendoza y Salazar, heredera de la hacienda más próspera de Barlovento, cometió lo impensable en 1831.
Tuvo relaciones con tres de sus esclavos. Pero lo que comenzó como pecado se convirtió en tragedia, y lo que parecía una historia de pasión prohibida terminó en un escándalo que sacudió los cimientos de la sociedad colonial venezolana.
La Hacienda San Jerónimo se extendía por más de 1.000 hectáreas. Sus plantaciones de cacao eran las más productivas de la región y su propietaria, Doña Catalina, de apenas 28 años, había heredado todo tras la muerte repentina de su esposo, Don Fernando de Alcántara, un hombre treinta años mayor que ella.
Catalina era una mujer de belleza singular, con ojos oscuros y profundos y una educación refinada en Madrid. Pero por primera vez en su vida, tras la muerte de su marido, era libre. Libre de administrar su fortuna y libre de la soledad absoluta de la casa grande, que albergaba a 143 esclavos.
Entre ellos, tres hombres destacaban.
Domingo Lucumí, de 32 años, el capataz negro. Había nacido libre en Cuba, pero fue secuestrado y vendido. Era alto, inteligente, sabía leer y escribir, y conservaba una dignidad que fascinó a Catalina.
José Gregorio, mulato de 26 años, era su mayordomo personal. De rasgos delicados y piel canela, se movía invisible entre dos mundos. Conocía la tristeza de Catalina y, en secreto, comenzó a amarla a través de conversaciones nocturnas en la biblioteca, donde descubrieron una conexión intelectual que ninguno esperaba.
Miguel Tomás, el más joven con 22 años, era el herrero. De manos curtidas y sonrisa triste, creaba belleza en los establos. Catalina buscó su compañía con la excusa de reparar un cofre antiguo, y en la intimidad del taller, él vio a la mujer vulnerable tras la máscara de la hacendada.
Sin entenderlo del todo, Catalina comenzó a cruzar las líneas prohibidas. Con Domingo, encontró una pasión basada en el respeto mutuo; se encontraban en secreto, lejos de las miradas. Con José Gregorio, halló una conexión emocional e intelectual en la biblioteca, hablando de filosofía y sueños imposibles. Con Miguel Tomás, descubrió una ternura pura en el taller, donde él guiaba sus manos para enseñarle su oficio.
Los tres hombres, sin saberlo Catalina, supieron la verdad. En una hacienda no hay secretos. Una noche, se encontraron cerca de los barracones. La tensión era palpable.
"Todos sabemos lo que está pasando", dijo Domingo. "Es una locura. Nos matarán a todos", susurró José Gregorio. "Yo la amo", confesó Miguel, el más joven. "No puedo evitarlo".
Fue Domingo quien selló el pacto. "Todos la amamos, hermano. De maneras diferentes. Cuidarnos entre nosotros. Y cuidarla a ella. Porque cuando esto explote, y explotará, ella sufrirá tanto como nosotros". No eran rivales, sino cómplices en una alianza imposible.

Un autorretrato de Frida Kahlo alcanza los U$54.7 millones en Sotheby's.Yo no daría 50 devaluados pesos dominicanos por ...
11/24/2025

Un autorretrato de Frida Kahlo alcanza los U$54.7 millones en Sotheby's.

Yo no daría 50 devaluados pesos dominicanos por una obra de esta señora, bueno... pensándolo bien sí, para revenderlo en millones, pero lo que es yo tenerlo para colgarlo en una pared mía no. He visto infinidad de obras de pintores desconocidos con mejor nivel que las obras de ella, hasta cuadros en la misma calle el Conde.

Una obra emblemática de Frida Kahlo, titulada "El sueño (La cama)", ha sido vendida por 54.7 millones de dólares en una subasta en Sotheby's en Nueva York, estableciendo un récord histórico como la pintura de una artista mujer más cara jamás vendida en una subasta. Creada en 1940 durante un periodo turbulento de su vida, esta obra surrealista la muestra recostada en una cama flotante junto a un esqueleto, simbolizando una meditación sobre la muerte y el sueño.

La pintura superó el récord anterior de Georgia O'Keeffe, que se mantuvo durante 11 años, y también sobrepasó el récord previo de Kahlo, que fue de 34.9 millones por otro autorretrato. La venta se dio en el marco de la subasta "Exquisite Corpus" que mostró más de 80 obras surrealistas, y llegó después de años de declive en el mercado del arte, indicando una recuperación importante. La obra, perteneciente a una colección privada y fuera de México, país que protege las obras de Kahlo como patrimonio cultural, será exhibida próximamente en Houston y Londres. Este récord también refleja la creciente valoración internacional del arte latinoamericano y de las artistas mujeres en el mercado global.

Pero yo no soy pintor”, Miguel Ángel protestó, “soy escultor. Con el pincel he hecho muy poco y ¡quiere usted que pinte ...
11/23/2025

Pero yo no soy pintor”, Miguel Ángel protestó, “soy escultor. Con el pincel he hecho muy poco y ¡quiere usted que pinte 500 metros cuadrados sobre un techo curvo!”.

“Harás un magnífico trabajo”, dijo el papa. “Mi arquitecto Bramante te levantará el andamio.”

Julio era un hombre muy duro, más parecido a un comandante militar que a un papa, y no quería oír protestas. En una ocasión llegaría a golpear a Miguel Ángel con su bastón por impertinente.

El papa Julio II estaba seguro de que el artista era capaz de hacer cualquier trabajo y le ordenó pintar el techo de la Capilla Sixtina.

Miguel Ángel fue a casa con gran preocupación y desánimo. Era un hombre ambicioso pero el papa le estaba pidiendo que hiciera un milagro. Si fracasaba, sus errores estarían permanentemente a la vista de todos. ¿Cómo iba a pintar mejor que los pintores?

Al rato volvió en sí. Aunque nunca había pintado un fresco y tendría que aprender la técnica, consideraba que estaba a su alcance. Se puso a trabajar. Bocetó su primera idea: los Doce Apóstoles y alguna decoración de relleno. Pero pronto le parecía demasiado simple, que el techo no iba a tener la riqueza que merecía; y obtuvo permiso para un plan más ambicioso.

Lo que entonces concibió fue una pintura enorme con 300 figuras que ilustrarían la pre-historia de la Salvación, es decir, el tiempo del hombre en la tierra antes de la llegada de Jesucristo.

La pintura al fresco requiere un gran esfuerzo físico. Todos los días, igual que lo haría un albañil, el artista tiene que preparar su mezcla de yeso y arena, aplicarla en la pared y luego darse prisa para pintar. Debe acabar la pintura antes de que se seque la mezcla. Y pintar un techo es doblemente difícil, porque todo se hace encima de la cabeza. Sólo los preliminares de ese trabajo, como levantar y sujetar los enormes cartones de sus figuras, mientras trazaba las líneas maestras del boceto en el techo, debieron ser agotadores.

A veinte metros de altura, sobre las tablas movedizas de los andamios, Miguel Ángel pintaba, mirando siempre hacia arriba. A veces echado, la mayor parte de pie. Frotaba su cuello por el dolor que le daba. En una carta a un amigo dibujó una pequeña caricatura de sí mismo mientras pintaba. Tiene la cabeza echada hacia atrás lo que más puede. Dicen sus biógrafos que después de la gran obra, su vista fue seriamente alterada durante meses.

A diario se forzó al límite. Prácticamente hacía su vida casi toda en la capilla, comía cebollas y pan duro. “No tengo amigos y no quiero tenerlos ahora”, escribió a su padre.

Un día, cuando había terminado un tercio de la bóveda, descubrió unas manchas que se extendían sobre sus pinturas. Fue el colmo. Corrió al papa, rogándole que le permitiera dejar el trabajo. “Le advertí, Santidad, que yo no era pintor”, dijo. “Ahora se ha estropeado todo lo que he hecho”.

El papa envió a un experto para evaluar el daño y éste le explicó a Miguel Ángel que no era para tanto, que las manchas se podían eliminar. Le enseñó cómo quitarlas y le animó a seguir adelante.

El papa Julio sentía tanta curiosidad por lo que pintaba Miguel Ángel en la capilla, que a menudo le hacía visitas. Se maravillaba de lo que veía y quería mostrar tamaño milagro a sus amigos. Al final perdió la paciencia; no pudo esperar a que Miguel Ángel terminara. Tenía mal genio y nunca toleraba una respuesta negativa a sus órdenes.

Aunque sólo la mitad del techo estaba cubierto, el papa ordenó a Miguel Ángel que desmontara los andamios y abriera la capilla al público. “No puedo”, dijo Miguel Ángel. “Todavía no he terminado”. Llevaba trabajando casi dos años, desde 1508 hasta 1510.

“O quitas el andamio o te arrojamos de allí”, dijo el papa. No era una broma. Miguel Ángel no tuvo más remedio que obedecer.

La capilla se llenó de gente y corrió la voz que las pinturas eran la cosa más asombrosa jamás vista. Las figuras mostraron un nuevo tipo de belleza y poder. Cada uno de ellos era una obra maestra en su concepción y color. La visión de Miguel Ángel fue abrumadora.

Miguel Ángel volvió a montar el andamiaje en enero de 1511. En un esfuerzo titánico logró terminar la otra mitad del techo el 14 de agosto y el papa Julio, con gran orgullo, celebró la primera misa en la capilla de su tío Sixto.

Todavía quedaban las pechinas y lunetos por pintar y Miguel Ángel no los terminó hasta octubre de 1512. En total, el techo fue obra de cincuenta y cuatro meses.

Unos veinticinco años más tarde, otro papa le encargaría la decoración de la pared frontal de la misma capilla, donde pintaría su Juicio Final (1537-1541)

“Miguel Ángel pintando el techo de la Capilla Sixtina con el papa Julio II observando desde abajo”,

Crèdito: Ramzy Bertha

Tomado del muro: Soy exitoso y millonario.La Teoría de las "Ventanas Rotas" En 1969, en la Universidad de Stanford, (USA...
11/21/2025

Tomado del muro: Soy exitoso y millonario.

La Teoría de las "Ventanas Rotas"

En 1969, en la Universidad de Stanford, (USA), el Prof. Phillip Zimbardo realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y color.

Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York, y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos, abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes, y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada lugar.

El auto del Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas, ya sea robándose lo utilizable o destruyendo el resto. El de Palo Alto se mantuvo intacto.

Es común atribuir a la pobreza las causas del delito, postura en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras (de derecha y de izquierda).

Pero el experimento no finalizó allí. A la semana, cuando el auto del Bronx estaba deshecho y el de Palo Alto impecable, los investigadores rompieron el vidrio de este último. Como resultado, se desató el mismo proceso que en el Bronx: robo, violencia y vandalismo. ¿Por qué un vidrio roto en el auto del barrio supuestamente "seguro" desata un proceso delictivo?

Es que no se trata de pobreza. Es evidentemente algo que tiene que ver con la psicología humana y con las relaciones sociales. Acá viene lo interesante: un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, desinterés, despreocupación, que va rompiendo códigos de convivencia. Es como una sensación de ausencia de ley, de normas, de reglas, algo así como que "vale todo". Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.

En experimentos posteriores, (James Q. Wilson y George Kelling), desarrollaron la "teoría de las ventanas rotas, la misma que desde un punto de vista criminológico, concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.

Si se rompe el vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás.

Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto parece no importar a nadie, entonces allí se generará el delito.

Si se cometen pequeñas faltas (estacionar en lugar prohibido, exceso de velocidad o no respetar luz roja), y las mismas no son sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más graves.

Si permitimos actitudes violentas como algo normal en el desarrollo de los niños, el patrón de desarrollo será de mayor violencia cuando estas personas sean adultas.

Si los parques y otros espacios públicos deteriorados son progresivamente abandonados por la mayoría de la gente (que deja de salir de sus casas por temor a los asaltos), serán los delincuentes quienes ocuparán esos espacios.

La teoría de las ventanas rotas fue aplicada por primera vez a mediados de la década del 80 en el Metro de Nueva York, en aquellos años el lugar más inseguro de la ciudad. Se comenzó de lo pequeño a lo más grande: grafitis, suciedad, ebriedad, evasiones del pago de pasajes, pequeños robos y desórdenes. Los resultados fueron evidentes, lográndose hacer del subterraneo un lugar seguro.

En los 90´s, Rudolph Giuliani, sobre la base de las "ventanas rotas" y el Metro, impulsó una teoría de "tolerancia cero". La estrategia consistía en crear comunidades limpias y ordenadas, no permitiendo transgresiones a la ley y a las normas de convivencia urbana. El resultado práctico fue un enorme abatimiento de todos los índices criminales de la ciudad de Nueva York.

Cabe aclarar, para la gente de pensamiento "progre", que la expresión "tolerancia cero", si bien podría sonar a una especie de solución autoritaria y represiva, su concepto principal radica en la prevención y promoción de condiciones sociales de Seguridad. No se trata de "linchar al delincuente". No se trata de avalar la prepotencia policial, ya que de hecho, también puede aplicarse la "tolerancia cero" respecto de los abusos de autoridad. No se trata de "tolerancia cero""frente a la persona que comete el delito sino frente al delito mismo.

Se trata de crear comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de los códigos básicos de la convivencia social humana.

Es bueno volver a leer esta teoría y de paso difundirla. La solución a este problema YO NO LA TENGO, ESTIMADO LECTOR pero he comenzado a reparar las ventanas de mi casa, estoy tratando de mejorar los hábitos alimenticios de mi familia, le he pedido a todos los miembros de la familia que evitemos decir malas palabras delante de nuestros hijos, también hemos acordado no mentir, ni siquiera mentiras pequeñas, porque no hay mentiras pequeñas, ni grandes, una mentira es una mentira y punto, hemos acordado aceptar las consecuencias de nuestros actos con valor y responsabilidad, pero sobre todo dar una buena dosis de educación a nuestros hijos, con esto espero comenzar a cambiar en algo lo que antes hubiera hecho mal, he soñado que los míos algún día repitan esto el día de mañana, con la finalidad de que los hijos de mis hijos, o los nietos de mis hijos vean algún día, un nuevo Mundo, un Mundo sin ventanas rotas

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11/14/2025

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"Encontré esto en la habitación de mi hija y ella dijo que era una unidad USB. ¿Qué es? Porque puedo decir que no es eso...
11/12/2025

"Encontré esto en la habitación de mi hija y ella dijo que era una unidad USB. ¿Qué es? Porque puedo decir que no es eso".

La mayoría de ustedes son demasiado jóvenes para recordar qué significa la "G"
11/10/2025

La mayoría de ustedes son demasiado jóvenes para recordar qué significa la "G"

EL ID**TA AMERICANO.Lo llamaban “El Idiota”, y eso era exactamente lo que quería.Durante la guerra de Vietnam, el marine...
11/01/2025

EL ID**TA AMERICANO.
Lo llamaban “El Idiota”, y eso era exactamente lo que quería.
Durante la guerra de Vietnam, el marinero estadounidense Douglas Hegdahl fue capturado y llevado a la temida prisión conocida como el Hanoi Hilton. Allí tomó una decisión que cambiaría el destino de cientos de hombres: hacerse pasar por un tonto.
Jugó su papel con una maestría absoluta, torpe, ingenuo, algo desorientado.

Sus carceleros se burlaban de él, convencidos de que no era lo bastante inteligente como para representar una amenaza. Le dieron cierta libertad dentro del recinto.

Un error fatal.
Mientras fingía tropezar por los pasillos, Hegdahl echaba pequeñas cantidades de arena y polvo en los tanques de los camiones enemigos, saboteando discretamente sus motores.

Pero su acto de resistencia más heroico fue invisible: memorizó los nombres, fechas de captura y condiciones de detención de 256 prisioneros estadounidenses. Los norvietnamitas mantenían esos datos en secreto, pero Hegdahl encontró una forma insólita de recordarlos: los cantaba mentalmente, uno por uno, con la melodía infantil de “Old MacDonald Had a Farm”.

En 1969, los norvietnamitas decidieron liberarlo, creyendo que sería un gesto de propaganda: dejar libre al “idiota americano”.
No sabían que estaban liberando a una de las fuentes de inteligencia más valiosas de toda la guerra.

Al regresar a Estados Unidos, Douglas Hegdahl recitó de memoria los 256 nombres. Gracias a él, cientos de familias supieron que sus seres queridos seguían con vida.
A veces, la mayor fortaleza no está en parecer invencible, sino en tener el coraje de dejar que los demás te subestimen.

El "villano" de Titanic no era el verdadero villano. Lo presentaron como arrogante, controlador y frío. Pero si te detie...
10/19/2025

El "villano" de Titanic no era el verdadero villano. Lo presentaron como arrogante, controlador y frío. Pero si te detienes a analizarlo, verás a un hombre que cumplía con su rol de proveedor al pie de la letra. Le pagó a ella y a su madre un viaje en el barco más lujoso del mundo. Les ofreció un camarote privado, seguridad, joyas, el diamante más grande, arte, estatus… todo. En su mente, estaba haciendo lo correcto. Estaba construyendo, ofreciendo, protegiendo. Jugando su rol como hombre de alto valor… al menos, en lo que respecta a recursos.

Entonces aparece Jack, el “vago de la colonia”. Sin dinero, sin un plan de vida, sin más que su carisma, tiempo libre y ganas de vivir el momento. No tenía nada, pero le ofreció algo que muchos hombres con todo pierden: emociones intensas. Le dio atención total. Le vendió libertad. Le ofreció la ilusión de ser “vista” y comprendida. Y en apenas tres días, ella cambió su lealtad. Se dejó dibujar desnuda, lo siguió por los pasillos del barco, y traicionó sin culpa a quien le estaba ofreciendo el mundo… por alguien que no podía darle nada, excepto una experiencia emocional fuerte.

¿Y sabes qué es lo más impactante? Que esta historia es celebrada como una de las mayores historias de amor de todos los tiempos. Aplaudida, idolatrada, enseñada como romance ideal. ¿Por qué? Porque muestra una verdad que muchos hombres prefieren ignorar: la atracción femenina no es lógica, es emocional. No siempre busca al que más tiene. A veces busca al que más la hace sentir. Y eso, hermano, es la cruda realidad de la hipergamia: la tendencia a elegir lo que más valoran en el momento, no lo más justo ni lo más estable.

Esto no se trata de odiar ni de victimizarte. Se trata de entender. La mujer no elige necesariamente al mejor hombre… elige al hombre que representa el mayor valor percibido en su mundo emocional. Y ese valor no siempre se mide en cuentas bancarias. Se mide en energía, en presencia, en liderazgo, en impacto emocional. Puedes tener todo lo material, pero si no generas admiración, presencia masculina y dirección emocional, tu lugar jamás estará asegurado.

La lección es clara: no basta con ser proveedor. No basta con ser el que construye. Tienes que ser el que también domina el terreno emocional. El que inspira respeto, deseo y dirección. El hombre completo es el que une lo mejor de ambos mundos: estabilidad real y magnetismo emocional. Porque si no entiendes las reglas invisibles del juego, terminarás construyendo castillos para que otro duerma en ellos.

Créditos a su autor.





10/17/2025
Shoji Morimoto tenía un máster en física, vivía en Tokio y era, según sus propias palabras, un tipo común, silencioso, s...
10/06/2025

Shoji Morimoto tenía un máster en física, vivía en Tokio y era, según sus propias palabras, un tipo común, silencioso, sin talentos especiales.

Pero un día, cansado de trabajos que no lo llenaban, publicó un tuit que lo cambió todo:

“Me alquilo para no hacer nada. Puedo estar contigo, escucharte, acompañarte. No cocino, no limpio, no doy consejos. Solo existo contigo. Precio: transporte y comida”.

Lo hizo en broma.

Pero al día siguiente, tenía más de 500 mensajes.

Una mujer le pidió que la acompañara a firmar los papeles del divorcio. No quería hacerlo sola.

Un joven que salía del hospital tras una operación le pidió que caminara con él hasta su casa, en silencio.

Una anciana lo invitó a comer, solo para no masticar sola.

—¿Y qué haces exactamente? —le preguntó un periodista.

—Nada. Solo estoy ahí. Pero a veces, estar… es todo.

Shoji ha sido contratado para mirar un atardecer. Para sostener un paraguas. Para escuchar a alguien llorar durante una hora sin emitir juicio.

Una vez, una chica le dijo:

—Solo quiero que alguien me vea subir al escenario. Nadie de mi familia quiso venir.

Shoji fue. Aplaudió. Y luego se fue, sin pedir nada más.

No da consejos. No pretende cambiar vidas. Solo se convierte en testigo silencioso de las pequeñas batallas que nadie ve.

Hoy tiene más de 4.000 clientes. Y ha escrito libros sobre su experiencia.

Lo llaman “el hombre que no hace nada”. Pero, en el fondo, Shoji hace lo que muchos no saben cómo: estar presente.

Cuando le preguntaron si esto lo hacía sentir solo, dijo:

—No. Yo también necesitaba compañía. Pero sin máscaras. Sin expectativas. Solo dos humanos compartiendo el mismo tiempo, sin querer cambiarse.

A veces, lo que más sana… es lo más simple.

Alguien que no venga a salvarte.

Sino a sentarse a tu lado mientras atraviesas la tormenta.

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